2-1: AQUÍ ESTAMOS OTRA VEZ

Siete cuartos de final, siete semifinales y siete finales. El Sevilla FC lo ha vuelto a hacer y estará en Budapest con la intención de ser heptacampeón de la UEFA Europa League. Se esperaba una auténtica caldera en Nervión y así ocurrió, pues las lluvias de la previa en absoluto deslucieron un ambiente a la altura de lo que había en juego. Y aunque las comparaciones con la vuelta de cuartos eran inevitables, esta vez no fue todo rodado. No fue una sucesión de goles y disfrute para pasar de ronda. Hubo que encajar un golpe, levantarse y remontar para ganar el partido ante la rocosa Juventus, que se adelantó por medio de Vlahovic pero que vio como Suso forzaba la prórroga con un golazo y Lamela desataba la locura en el tiempo extra. Quedaban todavía muchos minutos, pero lo conseguido ya no se iba a esfumar. Era cuestión de segundos y el Sevilla tocó la gloria una vez más en su estadio para desembocar en otra final. Budapest espera el 31 de mayo.

La arenga previa al pitido inicial hizo su efecto en ambos equipos, motivando un arranque en el que el Sevilla intentaba tocar sin precipitación y encerrar a la Juventus en su campo. Un plan del que no suele rehuir el equipo transalpino, que aguantaba con firmeza los intentos sevillistas de romper líneas y de mandar centros al área. Le costó a los turineses, pero acabaron sacudiéndose un poco esa presión al cuarto de hora y disfrutaron de su primer córner. En él, Gatti estuvo a punto de repetir la suerte de la ida y cabeceó con mucha intención al segundo palo, donde Bono apareció con reflejos para negar el 0-1. Un susto que le dejó claro al Sevilla el partido que le iba a esperar y que calmó un poco las revoluciones nervionenses a la hora de dejar espacios a la espalda de sus defensores. Había que dar la réplica y lo hizo Ocampos con un cabezazo con mucha intención que sacó bajo palos Szcesny.

La Juventus planteó un partido muy complicado y además logró ponerse por delante

Pero la Juventus no tenía intención de cambiar de planes y a la contra generó muchos problemas, a diferencia de lo vivido hace una semana en el Juventus Stadium. La tuvo Di María mano a mano con Bono, pero el argentino optó por la cuchara y el balón le salió desviado. Poco después era Kean el que se imponía tras cuerpear con Gudelj y remataba junto al palo, pero Bono tocaba lo justo para desviar la pelota, que rebotó en el poste. Entre ambas claras acciones italianas, eso sí, Acuña volvía a hacer trabajar a Szcesny con un disparo desde muy lejos que tomó un efecto endiablado. El partido cumplía su primera media hora mientras se sucedían las ocasiones en ambas porterías, en un duelo demasiado abierto para la comodidad sevillista. Además, Allegri tuvo que dar entrada a Paredes por un Fagioli que quedó tocado tras un choque con Gudelj. En los tres de alargue, espacio para la polémica por un plantillazo clarísimo de Cuadrado a Óliver sobre la línea. Aunque el colegiado no vio, increíblemente, nada que señalar, una vez parado el juego, más de un minuto después, el VAR volvía a negarle a los sevillistas una pena máxima más que pitable.

Pese al golpe, el Sevilla no perdió la fe y ganó por empuje a los italianos con dos golazos

Y si en la primera parte ambos intentaron equivocarse, en la segunda la Juventus destapó la calidad que tiene arriba para poner la eliminatoria muy cuesta arriba. Habían creado peligro los italianos con su velocidad a la contra y el Sevilla encimaba pero no conseguía romper la muralla visitante. Y justo unos segundos después de que Allegri renovase su ataque con la entrada de Chiesa y Vlahovic, el serbio caza un balón en la frontal, se escabulle entre los centrales y bate con una dejada certera a Bono. Quedaban 25 minutos y tocaba lo más difícil, igualarle a la Juventus más conservadora. Mendilibar dio entrada a Suso y Lamela para refrescar su juego de creación y el gaditano encontró la llave desde la frontal con un golazo a los 72 minutos. Otra vez todo igualado y otra vez el Sevilla como dueño del partido, generando innumerables centros al área y saques de esquina mientras la Juve achicaba. Cerca del 90, la más clara fue para En-Nesyri, que cabeceó a la escuadra un centro de Navas que permitió el lucimiento, una vez más, de Szcesny.

Al sobreesfuerzo le quedaban otros 30 minutos extra y ahí el Sevilla sacó el gen competitivo que se ha forjado a fuego en esta competición. Quiso hacer el gol que le evitase la incertidumbre de los penaltis, pero bien situado atrás y evitando excesivas complicaciones ante una Juventus que, exigida, perdió la precisión que le caracteriza. Y en esas, en el cinco del tiempo extra, un centro más de Bryan Gil y cabezazo inapelable de Lamela en el primer palo para terminar de darle la vuelta a la eliminatoria. Quedaba casi toda la prórroga por delante y nadie dio por hecho que el objetivo estaba cumplido, pero Bono estuvo muy seguro por alto y la Juventus no llegó a disfrutar de una ocasión lo suficientemente clara en toda la prórroga. El único lunar, ahora que se puede pensar en Budapest, es la doble amarilla a Acuña por retrasar un saque de banda, lo que le convierte en baja sensible para medirse a la AS Roma el próximo miércoles 31 de mayo en tierras húngaras.

Y aunque ahora parece lo único importante en el horizonte, lo que toca en el corto plazo es pensar únicamente en el Gran Derbi del próximo domingo en Nervión, en el que el equipo se sigue jugando sus opciones, a cuatro jornadas para el final, de lograr la plaza europea por vía doméstica. Tocará pues estirar las horas de descanso después del tremendo esfuerzo de esta noche y aprovechar a cada miembro de la plantilla para sacar adelante un partido siempre especial.