Comparece el Deportivo Alavés en el Sánchez-Pizjuán casi 11 años después de su última visita en Primera. 7ª jornada liguera y 7ª visita vasca, cayendo en cuatro de ellas, un empate, y una única victoria (1-2) hace 62 años (1954 en el Viejo Nervión). La última cita liguera, en los albores de la década mágica, fue en octubre de 2005, 2-0, con goles de Adriano y Maresca. Mucho ha llovido y mucho ha disfrutado el sevillismo desde entonces. Pero, como recogen las reglas no escritas del fútbol, el momento es hoy y ahora, y los de Sampaoli han de volver a cambiar el chip europeo por el doméstico pero manteniendo la idea y la actitud. Sin excusas, hay que arremangarse como lo hará este rocoso y duro rival que ya ha firmado, sin arrugarse, un empate a goles (1-1) en el Calderón y un meritorio triunfo en el Nou Camp (1-2), un registro de 4 puntos -en casa de dos grandes- que pocos van a lograr este curso 16/17.
El sevillismo espera reforzar la imagen del equipo, con actitud e intensidad, ante un rival a por todas
El choque de este sábado -con el agravante de jugarse en las horas centrales del día- será el típico a cara de perro, poniendo los cinco sentidos en la lucha. Este tipo de duelos hay que saberlos jugar, tratar de igual a igual al rival y no presuponer nada de antemano. Lo único seguro es que Nervión estará detrás del equipo y será tan exigente como siempre. Los puntos en juego sólo se suman en el minuto 94’, no antes. Y los sevillistas han de ir por los 14 puntos antes del parón liguero. El cuadro de Pellegrino es una tela de araña que trabaja al unísono y trata de enredar al rival en su esquema. En sus tres citas foráneas han cosechado los tres resultados posibles. Los dos citados y la derrota en Mestalla, que les llegó sobre la campana y de penalti dudoso, lo que muestra que la pelea que proponen los vitorianos es hasta el final, sin olvidarse de aprovechar los desajustes del contrario.