Enzo Maresca (Pontecagnano Faiano, Salerno, 1980) llegó al Sevilla FC con 25 años y se marchó 4 temporadas después con un bagaje deportivo inconmensurable y el mejor de los galardones que cualquier futbolista puede anhelar, es decir, entrar de lleno y para siempre en el corazón del sevillismo. Su compromiso para hacer grupo, meterse en vena la idiosincrasia nervionense, cultivar amigos y, sobre todo, darlo todo en el terreno de juego por el escudo en el pecho, le colocan entre los elegidos en la génesis de la llamada década prodigiosa del club hispalense.
Maresca se convirtió en una de las piezas clave que llevaron al Sevilla FC a sorprender a propios y a extraños, siendo partícipe en cinco títulos de renombre en poco más de un año. Fue un italiano que aportó hambre y carácter, no exento de calidad. Una raza competitiva que encajó a la perfección en el pedigrí sevillista por excelencia. Ahora, de nuevo en la que fue su casa, vuelve para seguir soñando y aportar -como segundo de Montella- su experiencia y conocimientos de todos estos años. Es el espejo en que reflejarse los actuales jugadores sevillistas.
Dos Copa UEFA, dos Supercopas, de Europa y España, y una Copa del Rey son el bagaje del Maresca que se metió en vena la idiosincrasia sevillista
Desde julio de 2005, año en el que Enzo arribó a Nervión, se convirtió en un jugador de referencia en el centro del campo. Disputó en cuatro años 141 partidos oficiales y marcó 21 goles: 96 citas en la Liga (13 tantos), 23 en la Copa de la UEFA (5 goles), 14 en Copa del Rey (2 goles), 2 en la Supercopa de Europa (1 gol) y las 2 citas en la Supercopa de España, así como jugó 4 partidos en la Champions League. De los goles en su primera campaña, dos de ellos fueron en la inolvidable final (4-0) de Eindhoven ante el Middlesbrough inglés en 2006.