Un mes antes, ante el Baracaldo, tuvo un desplome parecido, pero en Pasarón la tragedia fue inevitable. Llegó a Sevilla vestido aún de futbolista, con el 10 a la espalda
Berruezo perdió la vida de forma repentina, como 34 años después sucedería con Antonio Puerta. Todo ocurrió en el minuto 5 de la primera parte, justo al lado del banquillo que ocupaba Juan Arza. Pedro cayó desplomado. Sus compañeros acudieron a socorrerle, con la esperanza de que todo fuera un susto como ya ocurriera un mes antes ante el Baracaldo en Nervión. Pero no fue así y el delegado de equipo, Alonso de Caso, pidió al médico del club local, el doctor Díaz Lema, que atendiese a Berruezo, ya que Leal Graciani se había quedado en Sevilla, donde se le tributaba un homenaje a su padre, el doctor Leal Castaño. El jugador fue trasladado primero en camilla a la enfermería y tras un primer intento de reanimarle el doctor Díaz Lema mandó con urgencia a Berruezo a la cercana Clínica Domínguez, a donde llegó aún con vida, aunque poco se pudo hacer por evitar la tragedia.
En 2010 se descubrió una talla de bronce en su memoria y desde esta campaña su rostro luce en la puerta 10 del estadio
Los días posteriores fueron de verdadera consternación. Berruezo, luciendo la indumentaria del Sevilla FC y su dorsal número 10 que defendió hasta el final, fue trasladado hasta Sevilla, llegando en la tarde del 8 de enero directamente al Ramón Sánchez-Pizjuán. Allí mismo se estableció la capilla ardiente y se dieron cita miles de sevillistas que acudieron al lugar a presentar sus respetos. Al día siguiente, el cuerpo de Berruezo fue trasladado a Málaga, donde recibió sepultura. Un mes después de su fallecimiento, jugadores de Sevilla y Betis disputaron un partido homenaje ante la selección de Rumania, entregándose la recaudación a la viuda del jugador.
Han pasado 46 años desde su muerte, pero Pedro Berruezo está más vivo que nunca en el recuerdo de los sevillistas. 135 partidos y 38 goles, pero sobre todo un hombre que defendió el escudo del Sevilla FC hasta el final.