Por más años que pasen, por más ediciones del Trofeo Antonio Puerta que se celebren, por más veces su nombre resuene en Nervión… La emoción y los sentimientos que despierta este homenaje a la Zurda de Diamantes siempre será la misma. Siempre será aquella que evoca a sus mejores carreras pegado a la cal, a su sonrisa perenne, a su casta y coraje a la hora de defender el escudo sevillista. Aquella que nunca deja de poner los vellos de punta, que te encoge el corazón y hace que aparezcan en tu mente esas imágenes que aquel mes de agosto de 2007 no dejaban de merodear en tu cabeza.
Y más cuando su vástago, Aitor Puerta, zurdo como su padre, pisa el césped del Sánchez-Pizjuán para, de la mano de los dos capitanes de la contienda, visite esa banda por la que tantas veces hizo vibrar Antonio. Nico Pareja y De Rossi, casualmente con el 16 a la espalda, le acompañaron para llenarla de flores. Tras lo que, como es tradición, hizo el saque de honor.
Y de emoción en emoción, la siguiente al cumplirse el minuto 16. Un cántico, el de su nombre, que cada trofeo suena diferente, cargado de sentimientos, de recuerdos y de respeto. Y esta noche no iba a ser menos. Un cántico que resuena, y fuerte, en Nervión, en su barrio, en el que le vio crecer. Y que insufla de orgullo a un vástago que, con los años, ha ido entendiendo el respeto y el cariño que el sevillismo le profesa a ese niño que, como él, se crió en la carretera de Utrera.