Los dos protagonistas de esta historia son los más afortunados miembros de un grupo de sevillistas japoneses que en su día empezaron a sentir algo especial por el club nervionense, en lugar de otros clubes de dimensión más internacional como Real Madrid, Barcelona o Manchester United. Es, ni más ni menos, una historia de pasión sevillista que tiene su origen allá donde nace el sol, concretamente en la ciudad de Osaka.
Hace años iniciaron un viaje por Europa: Inglaterra y España, principalmente. Entre sus paradas estuvo Sevilla. Les encantó la ciudad tanto como les estremeció la fatalidad de Antonio Puerta. Visitaron la ciudad deportiva y el ambiente de fútbol del Ramón Sánchez Pizjuán. Supieron, en ese momento, que su equipo era el Sevilla FC. No se dejaron deslumbrar por el fulgor de los títulos de los demás clubes. El Sevilla les dio un pellizco por dentro y eso es lo que cuenta.
Imagínense su reacción cuando se enteraron de que el conjunto hispalense iba de gira este verano por su país. Igualmente tuvieron que hacer un gran esfuerzo. En primer lugar, liberar sus agendas las casi dos semanas que duró la estadía del Sevilla allí y, segundo, desplazarse los 500 km que separan Yokohama, su ciudad, de Osaka… Aunque también estuvieron en Narita en la última parte del stage, tanto viendo el encuentro frente al Kashima Antlers como despidiendo al equipo en el aeropuerto. Su dedicación fue digna de admiración. Todos los días estaban esperando para ver la llegada del equipo al entrenamiento y la salida, mañanas y tardes. Todo para ver esos dos minutos que tardan en salir todos los jugadores del autobús y entrar en el campo de entrenamiento. Se fueron ganando la simpatía de los jugadores a los que conocían perfectamente y llamaban por sus nombres y, así, lograron todo tipo de fotos y autógrafos.