Enrique Lora Milán (La Puebla del Río, Sevilla, 7-mayo-1945) personifica la divisa de la casta y el coraje en las 11 temporadas que militó en el Sevilla, club en el que disputó 335 partidos oficiales y marcó 27 goles. Por circunstancias de la vida le tocó vivir como un hombre siendo apenas un niño. Desde muy pequeño trabajó en el campo de sol a sol. Y, cuando jugó al fútbol, su bravura no tuvo comparación. Peleaba por el sustento de los suyos. Fue un gigante con alas en los pies y unos pulmones que valían por siete.
Lora se inició en el Coria y llegó al Sevilla Atlético en la temporada 65/66, donde jugó sólo un año, dando el salto al primer equipo. Debutó con 21 años con Sabino Barinaga. Sus comienzos fueron difíciles y complicados, a Lora nunca le regalaron nada. Ni la prensa ni los aficionados le mostraron buenas críticas. Con Arza incluso soportó a toda la grada del estadio mostrándole su descontento con pañuelos por una mala actuación. Pero Enrique se sobrepuso y en sólo siete días le dio la vuelta a la tortilla. Al domingo siguiente, en Valladolid, hizo marcaje excepcional a Cardeñosa. El partido terminó con victoria sevillista por 0-1, con gol de Chacón. Y en el siguiente partido en Nervión, Lora repitió una actuación destacada. Le salió un partido redondo y se metió a la grada en el bolsillo. Los pañuelos entonces se convirtieron en un emocionante “Lora, Lora, Lora”, cambiando todo a su favor. Lora simbolizó en el club la dignidad, la nobleza y la integridad, la razón de ser del equipo sevillista.
El "impuesto de lujo"
Tanto en el Sevilla como en la selección española de Kubala -en la que debutó en Nervión en 1970- le costó convencer a la crítica deportiva gracias a su fuerza y pundonor. Con España, el hecho significativo de su perfil es cuando el conocido periodista José María García publicó en Pueblo que la presencia de Lora era un “impuesto” de la Federación Española por disputarse el partido en el Sánchez-Pizjuán. Lora, muy seguro de sus facultades, en el mismo autobús de la selección, en el que también se desplazaba García, le espetó con total rotundidad: “Te voy a demostrar que te equivocas”.
En efecto, tras una memorable actuación, el periodista tuvo que rectificar: ese supuesto ‘impuesto’ se convirtió en el mejor futbolista del partido. Lora jugó 14 partidos internacionales de 15 llamadas, aun jugando en Segunda. Enrique Lora, pasó a ser en sus años en el Sevilla no sólo el pulmón del equipo sino el líder, el capitán, el orgullo y la bandera de sus compañeros. Terminó siendo un padre para los más jóvenes del grupo. Aprendió de gente como Achucarro, otro Dorsal de Leyenda, o Eloy Matute.
El recordado ‘Míster Látigo’ le dio más confianza y fue Merkel el que le sacó todo lo bueno que llevaba dentro. No necesitó títulos ni finales para ser un coloso en el terreno de juego. Fue un todocampista con mucho recorrido, un adelantado a su tiempo. Un superdotado, un mito de carne y hueso y un espejo en el que se miraban sus compañeros. Sin protestar, era un jugador todo corazón, con la generosidad y la humildad de los grandes de verdad. Infatigable, duro, poderoso y noble; un profesional honesto a carta cabal.
11 temporadas a un alto nivel
Enrique Lora, en las 11 temporadas en el Sevilla FC -siete de ellas en Primera- siempre fue un fijo del equipo. Los aficionados de su época evocan dos ocasiones en las que Kubala con España y Luis Carriega en el Sevilla, protagonizaron dos sustituciones polémicas del pueblano. Kubala ante Yugoslavia en Las Palmas lo sacó en la segunda parte por Sol y, acto seguido, sin tiempo para nada lo cambió en lugar de Ufarte, siendo su último encuentro internacional. También Carriega hizo lo propio, introdujo a Lora en el campo en lugar de un compañero y después, transcurridos unos minutos, lo volvió a sustituir sacándolo del partido. Circunstancia que hirió su honor y precipitó un adiós que hubiera imaginado de otra forma en su casa.
Lora no se desanimó y siguió adelante. Demostró una vez más ese carácter indomable y triunfador que le ha definido siempre. Se fue al Recreativo de Huelva, lideró al Decano hacia su primer ascenso, fue uno de los artífices de aquel hito y jugó con los onubenses un año más en Primera, demostrando que nadie iba a retirarle de la élite más que él. Por fortuna se limaron las asperezas con su Sevilla y la herida cicatrizó con el paso del tiempo. Enrique fue mucho más que un futbolista para varias generaciones de sevillistas. Enrique Lora en uno de los jugadores emblemáticos de la entidad nervionense, por ello en noviembre de 2014 fue justo merecedor del VII Dorsal de Leyenda del Sevilla FC.