Francisco López Alforo recibiendo el galardón Dorsal de Leyenda
2022

Francisco Javier López Alfaro (Osuna, 1 de noviembre de 1962) abandonó su localidad natal para trasladarse a la capital hispalense, junto al resto de su familia, cuando tan sólo tenía cuatro años, iniciándose posteriormente como futbolista en el modesto Atlético Rochelambert. A los 13 años, mientras disputaba un torneo en Altair, Francisco fue descubierto por el inolvidable técnico Pepe Alfaro, quien le ofreció ingresar en la cantera sevillista. El propio Alfaro se encargaría de dirigir sus primeros pasos en la entidad de Nervión, siendo su primer entrenador durante los dos años en que Francisco militó en los infantiles del Sevilla Fútbol Club. Con posterioridad, ya como juvenil, contaría con los sabios consejos de Baby Acosta, Manolo Cardo y Antonio Valero, su último entrenador antes de dar el salto al primer filial sevillista, donde se vuelve a encontrar con Manolo Cardo, su gran valedor.

Su llegada al primer equipo

Casi a mediados del mes de diciembre de 1981, tras dos derrotas consecutivas en el campeonato liguero, el conjunto sevillista se encontraba en la zona baja de la tabla clasificatoria, empatado a puntos con una serie de equipos que trataban de eludir el descenso. Esta desilusionante marcha deportiva precipitó la salida de Miguel Muñoz como técnico del primer equipo, siendo sustituido por Manolo Cardo, a quien la directiva encabezada por Eugenio Montes Cabeza confió el banquillo de Nervión. El técnico coriano, que entonces se encontraba junto al propio Francisco en Alicante para dirigir un encuentro del Sevilla Atlético Club frente al Hércules CF, se trasladó inmediatamente a la capital hispalense.

Ya como entrenador del primer equipo del Sevilla FC, una de las primeras medidas de Manolo Cardo fue dirigirse a Francisco y preguntarle: “¿Usted es capaz de jugar en Primera División?” Al día siguiente, jueves 10 de diciembre, Francisco se encontraba entrenando con el primer plantel. Tan sólo 24 horas más tarde, tras su segundo entrenamiento, firmaba como jugador profesional del primer equipo del Sevilla Fútbol Club para las siguientes tres temporadas. 

Aquella misma semana, el domingo 13 de diciembre de 1981, Manolo Cardo y Francisco López Alfaro, entrenador y jugador, debutaban en la máxima categoría del fútbol español. El encuentro, disputado en la Romareda frente al Real Zaragoza, finalizó con un rotundo triunfo para el conjunto sevillista, que se impuso por un gol a cuatro, con una memorable actuación de Pintinho, autor de los cuatro goles del Sevilla Fútbol Club.

Internacional, subcampeón de Europa y mundialista

En menos de un año, Francisco López Alfaro pasaría de jugar en Tercera División con el Sevilla Atlético Club a convertirse en internacional absoluto con la Selección Española de Fútbol. Su debut con el combinado nacional se produjo el día 27 de octubre de 1982 en la Rosaleda, frente a Islandia, cuando el seleccionador español, Miguel Muñoz, decidió sustituir a Gordillo por el centrocampista ursaonense al término de los primeros cuarenta y cinco minutos del encuentro. Paradójicamente, meses antes, durante su estancia en el banquillo sevillista, Miguel Muñoz había desoído los consejos Manolo Cardo, no haciendo debutar a Francisco con el primer plantel y llegando a decir de él que era “más lento que las carretas del Rocío.”

Francisco López Alfaro, aquel joven debutante de tan sólo 19 años, acabaría siendo un fijo en las convocatorias del combinado nacional, llegando a tomar parte en la Eurocopa de Francia de 1984 -final incluida- y en el Mundial de Méjico de 1986. En Total, Francisco llegó a disputar 20 encuentros como internacional absoluto con la camiseta de la Selección Española de Fútbol. Esta cifra, récord para un jugador del Sevilla FC, sólo sería batida décadas después por el también capitán sevillista Jesús Navas.

Cerebro y director de orquesta para el centro del campo en Nervión

Durante las nueve temporadas que perteneció a la disciplina del primer equipo del Sevilla FC (1981/82 a 1989/90), Francisco López Alfaro disputó un total de 302 partidos, llegando a anotar 28 goles. A día de hoy, Francisco sigue siendo uno de los pocos futbolistas que han superado los 300 partidos defendiendo el escudo de la entidad de Nervión. Amo del centro del campo, jamás le quemó el balón en los pies ni dejó de asumir la responsabilidad de cargar con el juego del equipo, hasta hacerse capitán del mismo y líder del vestuario.

A las órdenes de Manolo Cardo, gracias a su exquisita técnica y visión de juego, se convirtió en cerebro y director de orquesta para la línea media del conjunto sevillista, llegando a lograr la clasificación para la disputa de la Copa de la UEFA en dos temporadas consecutivas (1981/82 y 1982/83). Tras la marcha del técnico coriano, Francisco estuvo a punto de ser traspasado al FC Barcelona, entidad que se había mostrado vivamente interesada por el jugador ursaonense antes de la disputa del Mundial de 1986. Sin embargo, una oferta considerada insuficiente y la prematura pérdida de su padre, fallecido a los tres días de regresar de Méjico, hicieron que Francisco se decantara por firmar un contrato de siete años con el Sevilla Fútbol Club, esperando finalizar su carrera deportiva en Nervión.

Ya con el escocés Jock Wallace en el banquillo, Francisco seguiría siendo un fijo en la medular del equipo durante la temporada 1986/87, al igual que posteriormente con el técnico vasco Javier Azkargorta. Precisamente, fue bajo las órdenes de este último cuando Francisco marcó el conocido como “gol de Tejero”, logrado durante la disputa de un derbi liguero en Heliópolis, cuando Francisco, tras una larga carrera y pase de Ramón Vázquez, sentó al portero y a varios defensas rivales antes de mandar el balón a la red.

El ocaso de Francisco como jugador del Sevilla FC tuvo lugar con la llegada de Vicente Cantatore en la temporada 1989/90. Aunque el técnico chileno cuenta con el jugador y considera que debe ser la piedra angular de su proyecto, diferentes lesiones -incluida una rotura de tabique nasal- provocan que el centrocampista prácticamente no participe durante cuatro meses. A su regreso, una vez recuperado, llega a disputar tres encuentros consecutivos, pero con el pobre bagaje de un empate y dos derrotas. A partir de ese momento, Francisco pasa al ostracismo del banquillo y de la grada, sin que Cantatore contase con él de cara a la siguiente temporada.  

De Sarriá a los banquillos

Al término de la temporada 1989/90, con 27 años, Francisco es traspasado por 50 millones de pesetas al RCD Español, cuyo técnico, Luis Aragonés, vislumbra el enorme potencial deportivo que aún tiene el canterano sevillista. En Sarriá, donde será apodado “el maestro”, Francisco seguiría mostrando su excelente calidad y su fútbol de seda, hasta que, tras siete campañas, decide colgar las botas, ya a finales de la temporada 1996/97. Como nota curiosa, en el ocaso de su carrera deportiva llegó a firmar un contrato con una cláusula de rescisión de 70.000 millones de pesetas, lo que convirtió al capitán del conjunto periquito en el jugador más caro del mundo.

Durante su última temporada como jugador profesional, Francisco fue el hombre encargado de elaborar los informes técnicos para José Antonio Camacho, entonces técnico del RCD Español. Posteriormente, pasó a formar parte de la secretaría técnica del conjunto catalán, hasta que en 1999 decide retornar a Sevilla y realizar el curso de entrenador nacional. El Coria CF, un conjunto históricamente ligado al Sevilla FC y a su gran valedor, Manolo Cardo, fue la primera entidad que confió en él, ofreciéndole el banquillo del Estadio del Guadalquivir. Tras esta primera experiencia, Francisco continúo ejerciendo como técnico en diferentes clubes, llegando dirigir al CD Numancia de Soria en Primera División. En 2010, retornó al Sevilla FC para trabajar en la prolífica cantera que lo viera nacer como futbolista de élite, ingresando en el Departamento de Tecnificación.

A pesar de su brillantísima trayectoria como futbolista, años después de su retirada llegó a declarar:

 “Hubiese cambiado muchos años de mi carrera por haber jugado 5 minutos en Eindhoven