El Sevilla FC cosechó un punto en su visita a Eibar, premio al que podría dársele más o menos valor dependiendo del momento que se elija para analizarlo. En la primera mitad volvió a verse un Sevilla oscuro y atascado, que para más inri encajó a balón parado a los ocho de juego. Sin embargo, tras el descanso todo cambió y los de Unai tomaron las riendas. Merecieron la remontada, que pudo llegar de sobra con tres penaltis no señalados por Martínez Munuera, pero al final todo quedó en empate.
Hubo, no obstante, que esperar al segundo acto para ver en acción al Sevilla. El tanto de cabeza de Borja Bastón congeló a los de Emery, que parecían volver a las malas sensaciones lejos de casa. Le faltó intensidad, ritmo y presencia en el centro del campo, a pesar de contar con hasta tres mediocentros –Krychowiak, Iborra y N’Zonzi- sobre el tapete. Gameiro, el único que no pisó el freno, asistió a Reyes en la ocasión más clara de los nervionenses, y que el utrerano estrelló en Riesgo. Bien es cierto que al borde del descanso ya se vio cierta mejoría sevillista, pero no sería hasta el segundo tiempo cuando esta quedaría patente.