El Sevilla no está en su mejor momento, eso es indiscutible. Pero tampoco le sale nada, ni siquiera cuando hace las cosas mejor para que así sea. Este miércoles el equipo de Unai Emery volvió a salir derrotado, tercera vez en cinco jornadas de Liga. Pero en esta ocasión mereció mejor suerte, ésa que sin embargo no brinda el fútbol cuando en ocasiones más se necesita. La efectividad, una vez más, fue del rival y el Sevilla incluso tuvo que ver como un remate de Krychowiak que se colaba adentro, y que podía haber significado el empate, no se transformaba en gol porque lo desviaba el propio Kevin Gameiro de forma involuntaria. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero también una jugada vale más que mil, o dos mil, y éste sin duda es el caso.
La efectividad, una vez más, fue del rival
Habrá que esperar para que llegue el deseado punto de inflexión. El Sevilla sigue atascado y en realidad en Las Palmas no jugó para salir mal parado. Emery sacó un once con muchas novedades, destacando la inclusión de Cristóforo, junto a Iborra, Krohn-Dehli y Krychowiak, así como la de Inmobile junto a Llorente en punta. Tal vez el mal estado del césped pudo influir en la decisión de Unai de poblar el centro del campo de jugadores trabajadores y jugar con dos puntas natos, buscando segundas jugadas y dominar el espacio aéreo. El plan no le salió en un principio mal a Emery, porque el Sevilla, sin estar lúcido, era quien llevaba el peligro. Inmobile tenía el gol en el minuto 10, pero le botó mal la pelota justo antes del remate. El italiano estaba muy activo, viviendo en la frontera del fuera de juego y generando incertidumbre en la zaga local. En definitiva, el partido estaba controlado hasta que se llegó a la primera treintena, cuando la sucesión de los acontecimientos dieron una pista de lo que ocurriría de ahí hasta el final.