El Sevilla FC consumó su eliminación de la Liga de Campeones de la forma más dolorosa posible. El de esta noche era un partido para crecer, para tomar impulso en un escenario de altura, para ganar autoestima, afianzar la tercera plaza e incluso soñar con llegar con posibilidades de octavos de final a la última jornada de la fase de grupos, si la Juve tropezaba… Pero no se dio nada de eso. El Sevilla fue engullido por un Borussia muy superior en todas las facetas, mucho más metido, más incisivo, con un convencimiento demoledor que aplanó las templadas intenciones nervionenses. El equipo tuvo sus momentos, pero como suele ocurrirle fuera de casa no supo aprovecharlos. Eso, y que concedió atrás lo que no se debe cuando se juega en la máxima competición continental, se tradujo en una decepcionante derrota, porque no se estuvo a la altura de las expectativas.
El Borussia mandó de principio a fin, algunas veces con la pelota, las más, y otras sin ella. La atmósfera del Borussia-Park fue gasolina para los locales, que salieron envalentonados y muy pronto dejaron clara su propuesta. Disparos continuos a poco que se asomaban al balcón del área, exigiendo de forma continua a Sergio Rico, que ya en los primeros compases tuvo que hacer varias intervenciones de mérito.
Konoplyanka tuvo el 0-1 con una ocasión clamorosa
El Sevilla aguantó el tipo más mal que bien en el primer cuarto de hora y fue entonces cuando enseñó los dientes, aprovechando la clarividencia de Banega y el peligro que transmite Konoplyanka cada vez que recibe la pelota en la izquierda. Precisamente, fue el ucraniano quien tuvo la ocasión que podía haber cambiado el partido, cuando en el minuto 19, asistido por Gameiro, fallaba solo ante Sommer lo que hubiera sido el 0-1.
De nuevo la falta de pegada le pasaba factura al Sevilla, porque la ocasión marrada por Konoplyanka despertó al Borussia, que había bajado su intensidad inicial. Los locales volvieron a meter nervio y arrinconaron al Sevilla. Una y otra vez lo intentaban los alemanes, que encontraron premio a su perseverancia en el minuto 29, después de que Lars Stindl, que se infiltró en el área solo entre los defensores nervionenses, aprovechara un flojo disparo de Xhaka que se convirtió en una asistencia letal por la desaplicación de la zaga visitante.