Además del Ramón Sánchez-Pizjuán, cuna y orgullo de todo el sevillismo, la entidad de Nervión posee también otra gran riqueza. La ciudad deportiva del Sevilla es uno de los grandes tesoros del Club. De ella han salido grandes perlas que deslumbran no sólo en el panorama nacional, sino también en el mundial.
El trabajo de cantera sigue siendo espléndido, pero para obtener estos resultados fue decisiva la creación de la gran Ciudad Deportiva con la que cuenta el Club.
No todas las entidades de España disfrutan de la capacidad de unos terrenos extraordinarios que permiten pulir a sus jóvenes diamantes. El Sevilla es uno de los que cuenta con este privilegio. A pesar de que el funcionamiento de la ciudad deportiva no se ejecutó hasta 1974, la idea nació mucho antes. En la década de los 60, el por aquel entonces presidente, José Ramón Cisneros Palacios, tuvo la idea de engrandecer el club con nuevas instalaciones.
El primer equipo se entrenaba en el Sánchez-Pizjuán y tan sólo existía un campo para el trabajo de los filiales.
Ciudad de la cantera
Cisneros Palacios desarrolló la idea de una ciudad deportiva que fabricara futbolistas no sólo para el primer equipo, sino también para poder ceder a algunos y estrechar así las relaciones con otras entidades. Fue en 1968 cuando el citado presidente adquirió el cincuenta por ciento de los actuales 250.000 m2. La otra mitad se consiguió ya en la época de Eugenio Montes Cabeza.
El recinto sevillista está ubicado a las afueras de la ciudad, en la carretera de Utrera. Su estructura es densa y ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Actualmente, es el cuartel general del primer equipo, donde lleva a cabo la gran parte del trabajo semanal. Además, existe un campo de hierba principal, con las dimensiones apropiadas para que el filial dispute sus encuentros oficiales.
Aquella genial idea de Cisneros Palacios tomó fuerza con el paso de los años hasta convertir la actual ciudad deportiva en una gran fuente de riqueza.