El campeón ejerció como tal en una noche que exigía la mejor versión para salir airoso. El Sevilla FC en la Europa League sigue escribiendo su historia de grandeza. Esta vez lo hizo en un escenario de altura, un Nuevo San Mamés lleno y volcado con un Athletic que se puso por delante y llegó a poner contras las cuerdas a los nervionenses. Pero el Sevilla sacó su raza, no se dejó abrumar y cuando más fuerte caían los golpes, resurgió y se apuntó un triunfo repleto de oficio. Y fue así, a lo campeón, como los complejos y miedos como visitante saltaron por los aires precisamente en el momento más indicado.
Como era de esperar el primer asalto del apasionante cruce europeo estuvo a la altura de las expectativas. Bajo una incesante lluvia ambos equipos se batieron con todo, tuvieron sus momentos y protagonizaron un viril y a la vez bello espectáculo deportivo que se llevó quien tuvo más entereza y supo encajar mejor los reveses. Porque si el Sevilla no se desplomó tras el gol de Aduriz, el Athletic sí lo hizo cuando Kolo empató el choque con más de media hora por delante. Y eso ante un equipo tan experimentado en estas citas como el Sevilla se paga caro.
La clave estuvo en la entereza a la hora de sobrellevar el primer gol en cada bando
Se dijo en la previa -tanto presidente, entrenador como jugadores- que el Sevilla no se iba a arrugar. Y fue verdad. La historia todavía reciente de la vuelta de la semifinal de Copa de 2009, con aquella salida en tromba de los vascos que difuminó a los nervionenses en tan solo media hora, no se repitió. Este Sevilla tiene demasiado empaque como para permitirlo. El equipo salió bien, serio y mirando arriba, generando de hecho las primeras ocasiones. Gameiro con un remate a las nubes y sobre todo Banega con un latigazo lejano que Herrerín y el palo desviaron, no tardaron en meter el miedo en el cuerpo a los vizcaínos.