... ¿OTRA VEZ?

Sí, otra vez. Ésa es la respuesta del Sevilla FC del siglo XXI, que de forma constante se cuela en citas de máximo nivel continental, hasta el punto de que puede presumir de haber levantado cinco títulos europeos en la última década. Este martes se peleará por cuarta vez la Supercopa de Europa enfrentándose al rival con el que se estrenó en esta competición, el FC Barcelona y al que derrotó pese a no partir como favorito.

Han pasado nueve años desde aquel involvidable 0-3 en Mónaco y en realidad las cosas no han cambiado mucho. El FC Barcelona sigue siendo un gigante casi intocable y el Sevilla FC un equipo que compite muy por encima de sus posibilidades y que logra metas incluso más ambiciosas que sus propios sueños. Sobre ese horizonte se dibuja la final de este martes. El FC Barcelona es el rival a batir, el que parte con todas las opciones, incluso con prácticamente la obligación de ser campeón. Y el Sevilla, por su parte, es, además de sus muchas armas, es ilusión, precisamente el factor donde debe tratar de equilibrar la superioridad azulgrana. 

Para ganar a un equipo como el Barça se requiere el partido perfecto. El balón será blaugrana, pero eso no es un problema. También lo fue en la final de Mónaco, con un 64 por ciento de posesión de los catalanes. Lo fundamental es que el Sevilla salga enseñando colmillo y no dude en morder cuando se presente el momento, que se presentará.  El equipo de Unai debe jugar sus cartas a la contra con eficacia y hacer el partido más serio que pueda para, al menos, aspirar al triunfo. Luego, el Barça es mucho Barça, pero este Sevilla también es mucho Sevilla y es en citas como la de Tiflis donde hay que demostrarlo. Si ya lo hizo una vez, por qué no otra.