Es una cita clave para vislumbrar el desenlace de la Liga. Los dos mejores equipos de la segunda línea de la competición se ven las caras este domingo para dirimir quién puede con quién. Tarde dominical a la antigua usanza que ayudará a marcar la tendencia en lo que resta de torneo. Partido en la cumbre para ilusionarse. Los de Emery le tomaron la medida el curso pasado a un submarino amarillo que cayó cuatro veces (dos en Liga y otras dos en la UEL). Pero las cosas cada año son distintas. Este equipo de Marcelino, a imagen y semejanza del técnico asturiano, es el mejor Villarreal de los últimos años, con puntuación histórica a estas alturas de la Liga. Muy trabajado y con pocas piezas de renombre, es mucho más compacto que el año anterior, más defensivo y sólido en retaguardia, quizás menos ‘jugón’ e incluso no sufre en demasía sin tener el balón, una de sus asignaturas pendientes de antaño.
Agarrado a la 4ª plaza, el Villarreal es más sólido atrás y selecciona mejor sus ataques
Este Villarreal, que lleva 13 jornadas agarrado a la cuarta plaza y no ha bajado nunca esta Liga de la sexta posición, ha aprendido a manejar la regularidad, es más fuerte mentalmente y juega colmado de confianza. Es más sólido atrás. Pero, fútbol es fútbol, al mínimo amago del Sevilla de tratar de darle alcance -pese a la nefasta racha foránea, pero asentado en su fortín de Nervión- también los levantinos han empezado a tener dudas razonables y miran hacia atrás intuyendo el aliento competitivo de los nervionenses. También fallan: de seis puntos han sumado uno. Los sevillistas, dejando a un lado las matemáticas, deben ir partido a partido, que diría Simeone, y -sin ir más lejos- plantar sus argumentos este domingo para intentar engrosar además sus buenos números de local ante los castellonenses.