El Real Madrid-Sevilla FC, como gran sorpresa inesperada en los octavos de final de la Copa del Rey, dispara la ilusión en este inicio de año 2017 y ofrece el mejor duelo posible para poner en práctica desde los prolegómenos del año uno de los retos más incuestionables de la entidad: seguir creciendo como equipo y hacerse un hueco entre los grandes. Y las máximas para continuar por la senda positiva emprendida en el pasado 2016 son las de competir sin ambages y sobre todo creer en las posibilidades de éxitos ante el gigante madridista. La referencia de Trondheim en la que ambos rivales se vieron las caras en la final de la Supercopa de Europa -en agosto pasado- es tan válida como oportuna. Con un Sevilla FC totalmente en construcción y casi sin tener asimilados los conceptos de Jorge Sampaoli, el gen competitivo de los sevillistas y su actitud inimitable en las citas relevantes les llevó a rozar por segundos un nuevo título.
El gen competitivo y las ideas de juego asimiladas, claves para medirse ante el Madrid en el primer acto. Hacer gol es otro reto
De agosto a enero, las cosas han cambiado. Es cierto que el Madrid de Zidane lleva una racha de imbatibilidad fuera de lo común (37 partidos sin perder) y con argumentos de sobra para ser efectivo, aún sin jugar bien y con bajas en el once, como la del ex sevillista Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo. Pero también es cierto que los nervionenses han transitado mucho camino en estos meses de competición y han crecido de forma exponencial, quedando reflejado en los compromisos que han cerrado el año. Plato futbolístico pues de calidad, ya que se enfrentan además dos bicampeones de Copa del Rey de la última década.