Con uno de los partidos más redondos que ha cuajado en lo que va de campaña, sin duda el mejor como visitante, el Sevilla FC dio un paso de gigante en Zagreb para meterse en los octavos de final de Liga de Campeones. El conjunto nervionense ganó con mucha superioridad, aunque en el marcador sólo lo hiciera por la mínima, a un Dinamo que nunca fue rival, desbordado por el vértigo que metieron los nervionenses por ambas bandas y sobre todo por la exhibición de fútbol control que dieron Nasri y Franco Vázquez. Con un dominio apabullante, esta vez sí el Sevilla generó numerosas ocasiones de principio a fin, de las que sólo una acabó en gol. Fue Samir Nasri, una vez más, quien marcó la diferencia y tomó aún más galones en un equipo que continúa creciendo al son que marca la calidad del francés.
El Sevilla FC sorprendió de inicio, jugando con tres centrales y Mariano y Escudero como carrileros, toda una declaración de intenciones que muy pronto se plasmó en el terreno de juego. Abrumó a su rival desde el principio hasta el final de una primera parte en la que rozó la perfección. Presionando con ahínco la salida de balón del Dinamo y generando salidas rápidas no tardó en hacer daño a los balcánicos, incapaces de sostener las embestidas que sufrían de forma indistinta por ambos costados.
La apuesta de jugar con dos carrileros fue un acierto, porque las embestidas por los costados machacaron al Dinamo
La verticalidad del Sevilla, con Mariano y Escudero llegando con mucha facilidad, se veía combinada por el magisterio que impartía Samir Nasri en la zona ancha, circulando libremente y haciendo daño en cada asociación. Franco Vázquez tampoco se quedaba atrás, especialmente suelto el argentino y poniéndose de gol con suma facilidad. Vietto leía también el partido con habilidad, generando espacios con su movilidad y trabajo. El repaso, en definitiva, era absoluto, y a diferencia de otras ocasiones en Zagreb el Sevilla sí convertía su arrollador dominio en ocasiones.