Aunque este irreconocible verano hispalense -en referencia a lo climatológico-, pueda hacer pensar que el otoño está muy cerca y que la rueda vuelve a ponerse en funcionamiento, el calendario dice aún que no se ha alcanzado ni tan siquiera el mes de agosto. Mientras la gran mayoría de equipos se encuentran a poco menos de un mes para encontrarse con el fuego real, para este nuevo Sevilla de Pablo Machín, la situación es bien distinta. De hecho, todo lo que se viene haciendo desde que el equipo volviese al trabajo a comienzos de mes, iba encaminado a llegar con garantías a la cita de esta noche.
La Europa League y su nueva configuración de rondas, obliga a comenzar a pelear por esa plaza en la fase de grupos desde ya, por mucho que los que llevan más de tres semanas trabajando sigan acumulando conceptos, o que los recién llegados, ya sean mundialistas o fichajes, apenas acumulen unas sesiones de adaptación. Europa no espera, así que toca ponerse desde ya el mono de trabajo por mucho que el rival no se parezca demasiado, en nombre, a aquellos que asustaban con solo mirarles hace unos meses en Nervión.
Europa no espera así que toca ponerse desde ya el mono de trabajo
Es cierto que el Újpest no era ni cabeza de serie en la ronda anterior, en la que rompió las previsiones tras el partido de ida ganando en Hungría al Neftçi de Baku. El aficionado bien puede estar acostumbrado a otras mieles, pero abajo en el césped, la consideración al equipo magiar deberá ser la misma que en su día se le tuvo al Manchester United o al Bayern de Múnich. De lo contrario, ganar la batalla empezaría a estar un poco más difícil. Y lo cierto es que este paso no es sino el primero de los tres que habrá que dar para estar entre los 48 mejores del torneo allá por el mes de septiembre.