Pasado mañana se cumplirán diez meses de aquella noche. Fue el 7 de febrero de 2018 y el Sevilla FC llegaba a Nervión con la ventaja que otorgaba haber marcado en Butarque, por mucho que el Leganés lograse empatar en la segunda parte. La Copa ofrecía una nueva final y el Ramón Sánchez-Pizjuán no la dejó escapar merced a un triunfo por 2-0 que confirmó la presencia de los sevillistas en el duelo decisivo. Ahora el torneo del K.O. regresa a casa de uno de los equipos que más lustre le ha dado a la Copa en los últimos años.
Y aunque estos estrenos suelen ser casi de trámite para los equipos de Primera que no tienen que medirse ante un igual, lo cierto es que el escenario en esta ocasión es muy distinto. Por mucho que enfrente vaya a estar un conjunto de la zona baja del grupo IV de la Segunda División B, el 0-0 que se registró en la ida no da pie a ni un sólo ápice de relajación, pues un paso en falso podría resultar muy difícil de reconducir. Sin ir más lejos, cualquier gol del Villanovense obligará a los de Machín a hacer dos para darle la vuelta a la tortilla.
Un gol del Villanovense obligaría al Sevilla a hacer dos para voltear la situación
Ya ha dicho Pablo Machín que confía en la profundidad de su plantilla para sacar esta cita a cara o cruz adelante, pues no hay que olvidar que el sábado vuelve LaLiga y nada menos que en Mestalla, donde se podría seguir marcando distancias con un rival directo por los puestos de privilegio. Eso sí, ya ha recalcado en varias ocasiones el soriano que por mucho que todo el mundo sea consciente de la diferencia entre equipos, sin la intensidad necesaria toda esa ventaja quedará rápidamente evaporada.