Dijo Flick que al Bayern no le valdría con el 99% y sabía lo que decía. El campeón de Europa ha necesitado de un enorme esfuerzo y de una prórroga para romper la racha de invicto del Sevilla FC, que no caía desde el pasado mes de febrero en partido oficial. Su premio, una Supercopa de Europa que los nervionenses pelearon con todo lo que tenían, pero que vieron como Goretzka y Javi Martínez le daban la vuelta al tempranero gol de penalti de Ocampos. El ADN sevillista obliga a dejar el orgullo para más adelante. Esta noche, todavía, duele una final perdida que no esconde el magnífico espíritu competitivo del equipo que ya trajo gloria la pasada temporada.
Sea cual sea la identidad del rival, el Sevilla siempre compite. Y así lo hizo nada más comenzar a rodar el balón en Budapest. El Bayern quería mandar y tenía más el balón en el arranque, pero el primer aviso fue suficiente para adelantar a los de Lopetegui. Aún no se había acercado el Bayern con peligro cuando tras un centro de Navas y una gran dejada de De Jong, Rakitic lograba controlar con el pecho y a la vez recibía una clara falta de Alaba, que no controló su fuerza y arrolló al croata. Ocampos tomó la responsabilidad con decisión y batió a Neuer con un disparo raso y ajustado a la derecha del meta alemán.
Ocampos no falló ante Neuer en un claro penalti de Alaba sobre el debutante Rakitic
El inicio era el soñado y el Sevilla se disponía a sufrir, pues la maquinaria alemana es muy difícil de desactivar. A los 20 minutos probó Müller a pase de Lewandowski, pero el remate mordido del teutón acabó en córner al pensar el asistente que Koundé era el responsable del fallo. Poco después era Pavard, dentro del área, el que remataba cruzado a la derecha de Bono. Seguía intentándolo el equipo de Flick y Lewandowski tuvo la suya al más puro estilo de Lukaku en Colonia, pero el marroquí volvió a acertar el mano a mano muy seguro abajo.