No tuvo trabajo en su portería y se lanzó a la contraria para decidir el encuentro. Yassine Bono está en un momento dulce y lo volvió a demostrar en una de esas acciones rocambolescas que deja el fútbol. El internacional marroquí le dio un valioso punto a su equipo en el último segundo, cuando ya no había tiempo para reaccionar. Anotó la igualada tras el penalti que se encontró Orellana antes del descanso y que sirvió al Valladolid para resistir casi hasta el final. Pero el Sevilla nunca dejó de creer y lo siguió intentando en uno de esos días en los que percibes que no sale nada. A a la espera de lo que ocurra mañana en el Reale Arena, el Sevilla se marcha al parón sumando y con un buen regusto tras un partido de mucha impotencia.
Salió el Sevilla al José Zorrilla con la batuta en la mano, jugando en campo contrario e intentando encerrar al Real Valladolid lo más cerca posible de los dominios de Roberto. Funcionaban las bandas, hoy con Suso y el Papu Gómez, que tuvo precisamente la primera acción clara con un remate a los cinco minutos que acertó a despejar como pudo el meta pucelano tras un traicionero bote. En-Nesyri, que esperaba al acecho, no pudo contactar bien y los sevillistas perdieron una acción muy clara. Algo menos contundente fue la que tuvo el propio En-Nesyri pasado el cuarto de hora, con un centro de Navas demasiado bombeado desde la derecha que el marroquí cabeceó sin la potencia necesaria.
El único tiro a puerta del Valladolid en el primer tiempo fue el penalti de Orellana
Poco a poco se fue desperezando el equipo de casa, que logró sacudirse la presión nervionense del inicio y fue pisando cada vez más el terreno blanquirrojo, aunque sin exigir en absolutamente nada a Bono. Los de Sergio querían sorprender al contragolpe con la velocidad de sus dos puntas, pero el gol que abrió el marcador se gestó de la forma más insospechada. Balón aéreo a por el que saltan el israelí Weissman con Diego Carlos y Rekik. Tras revisarlo en el VAR, Estrada Fernández percibe falta del neerlandés y señala una pena máxima que convierte con mucho temple el chileno Orellana. Varapalo en el primer tiro a puerta de los blanquivioletas, que se llevaban al intermedio un auténtico tesoro.