Reza el tango que 20 años no es nada. A decir verdad y levantando la mirada hacia el horizonte, la historia del Sevilla FC le da la razón a Carlos Gardel. Y es que este jueves 3 de junio se cumplen nada menos que dos décadas del último ascenso a Primera división. 20 años en los que el club se ha entretenido en dejar atrás un sinuoso final de siglo XX y establecerse, cada vez con más firmeza, entre los grandes del fútbol nacional. Y es verdad que 20 años no es nada porque, curiosamente, el club de Nervión finalizó hace unos días su temporada liguera número 90. 77 de ellas las ha disputado en la máxima categoría y otras 13 en Segundas, entre ellas las seis primeras, hasta que logró su primer ascenso en 1934.
20 AÑOS DEL ÚLTIMO ASCENSO A LA ÉLITE CON EL GOL DE PODESTÁ
Sería el primero, pero luego llegaron los de 1969, 1975, 1999 y 2001. Por lo tanto, el Sevilla FC ha vivido cinco etapas en Primera y la actual es aún la tercera más larga, por detrás de los 31 años que pasaron hasta el primer descenso en 1968 -con tres años de parón por la guerra- y también de los 22 años consecutivos en la élite entre 1975 y 1997. Todos ascensos tuvieron sus particularidades y el último llegó en un momento clave de la historia del club. Con Roberto Alés manejando una situación prácticamente límite, Monchi aterrizando en los despachos y Joaquín Caparrós cogiendo las riendas del vestuario.
El nuevo proyecto de Roberto Alés, con Monchi y Caparrós, trajo el ascenso a las primeras de cambio
Aquel proyecto de hombres por encima de nombres buscaba, en primer lugar, estabilizar al equipo para intentar regresar al máximo nivel lo antes posible. Sin embargo, todo comenzó a rodar a las mil maravillas. Aquel verano llegarían nombres fundamentales para entender al gran Sevilla de inicios del XXI, como Pablo Alfaro, David Castedo y Javi Casquero, así como se asentaron canteranos como Antoñito, Gallardo y el propio Reyes. En la considerada como la temporada de más nivel de la historia en Segunda, compitiendo contra Atlético de Madrid, Betis, Tenerife, Sporting o Levante, el equipo sevillista ganó los cuatro primeros partidos y solo estuvo fuera del descenso en una jornada, la undécima.
En la segunda vuelta alcanzó la velocidad de crucero y se mantuvo siempre a más de dos partidos de distancia del cuarto, que marcaba el ascenso. Al final se llegó a la antepenúltima jornada con la opción de ganar en el Ramón Sánchez-Pizjuán para sellar ante su gente un objetivo que iba a caer por su propio peso. Y fue un jugador muy querido por el sevillismo, el uruguayo Inti Podestá, el encargado de hacer ese gol para la historia ante el CD Tenerife. Un futbolista que siempre destacó por su trabajo y su garra era el mejor representante de un Sevilla que, a base de esfuerzo y sin florituras, conseguía recuperar su sitio. De eso hace ya 20 años y el club no se parece prácticamente en nada a aquel por fuera. La profesionalización integral de la entidad se ha encargado de ello. Sin embargo, esas señas de identidad que permitieron el ascenso en 2001, siguen intactas dos décadas después.