Nuevo capítulo ilusionante el que vivirá el sevillismo en esta hora estelar de su historia. Eso siempre por delante en la valoración del momento. El Sevilla está ahí y se le espera. Sexta y última jornada del grupo H de la Liga de Campeones. Olympique de Lyon-Sevilla FC en el estadio Parc Olympique Lyonnais, con más de 50.000 almas, escenario para un día señalado. Reedición de un partido histórico en la máxima competición continental que exige la mejor versión nervionense, la que acostumbra a dar cuando se le requiere. Cierto que ha ido retrasando el pase cuando lo tenía en la mano, pero su trayectoria -salvo el borrón en casa ante la Juventus (1-3)- no ha podido ser más impecable. Empate sin goles en el inicio de Turín, victoria 1-0 en Nervión ante el Lyon y doble triunfo, haciendo los deberes frente a la cenicienta del grupo, Dinamo Zagreb (0-1 y 4-0). 10 puntos, 2º de grupo. Sólo el postrero gol de Tolisso en Turín le trae a esta cita crucial en la que toca de nuevo responder.
Buscar el pase sin olvidar el nivel de las cuatro primeras citas, mostrando el gen ganador del equipo
Con independencia de los precedentes y datos -unos más positivos que otros-, la cita de este miércoles en la noche francesa debe ser un partido de jugadores. El sevillismo espera esa actitud, intensidad y casta que va implícita en el escudo y que ha presidido la actual década de éxitos continuados. Algo que se supone pero que hay que desplegar en cada duelo. Aunque basta un empate e incluso una derrota por un gol, la victoria debe ser el norte de los hombres de Sampaoli. Y para ello es decisiva la contundencia en ambas áreas. Sobre todo, poner el cerrojo en la zaga, como en cuatro de los cinco choques europeos, y además repetir en ataque lo habitual: hacer al menos un gol. En 17 de 19 partidos de Liga y Champions se marcó, salvo Villarreal y Turín. Es cierto que la pegada debe mejorar, pero el Sevilla casi siempre anota y en Lyon debe hacer honor a su costumbre.