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Maradona, en un partido ante el Mérida
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25 AÑOS DESPUÉS DE LA EXPO, CUANDO EL "OTRO AÑO IGUAL" SONABA DIFERENTE

21/04/2017
Entradilla
Se cumple un cuarto de siglo de la celebración de la Exposición Universal, todo un hito para la capital de Andalucía, que jamás volvería a ser la misma. El Sevilla pretendió sumarse a la inercia positiva del momento, pero volvió a cantarse aquello de "Otro año igual".
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El 20 de abril de 1992,  hace 25 años, Sevilla adquiría notoriedad mundial al inaugurarse la Exposición Universal que durante seis meses convirtió a la capital de Andalucía en un reclamo turístico a nivel mundial. La exposición, con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, generó en los años previos a su puesta de largo una auténtica modernización sin precedentes de la ciudad a nivel de imagen e infraestructuras.

Los felices meses de la Expo supusieron posiblemente el mayor periodo de esplendor de Sevilla en las últimas décadas y el Sevilla FC, a su manera, también quiso tomar impulso aprovechando el optimismo y la alegría que transmitía la colorida cresta de Curro, un estado de ánimo, en definitiva, pocas veces vivido a orillas del Guadalquivir. No tuvo la temporada 91/92, sin embargo, especial relevancia deportiva, yendo el rendimiento del equipo de más a menos bajo el mando del uruguayo Víctor Espárrago. Entonces el Sevilla jugaba en Europa solo de vez en cuando y la última vez había sido la campaña anterior, con Vicente Cantatore en el banquillo, cuando fue apeado contra todo pronóstico por el Torpedo de Moscú en segunda ronda. 

La 91/92 se torció justo con la llegada de la Expo: seis derrotas y un empate, además de una última jornada aciaga en la que Ramón Vázquez se lesionó de gravedad

El Sevilla recibió la Expo un día antes de su inauguración, derrotando con solvencia al Real Zaragoza por 3-0. Suker, Ramón Vázquez e Iván Zamorano hicieron los goles en un partido en el que el conjunto nervionense formó con Unzúe, Petrovic, Del Campo, Cortijo, Salguero, Diego, Jiménez, Conte, Suker, Ramón y Zamorano. Carvajal por Del Campo y Antoñito por Jiménez salieron en la segunda mitad. Curiosamente, aquel fue el último partido que ganó en aquella campaña, perdiendo de ahí al final seis choques y empatando uno.

A la conclusión de la 91/92 salieron jugadores importantes como Pablo Bengochea, tras cinco campañas, Iván Zamorano o Ramón Vázquez, que desgraciadamente se lesionó de forma grave en la última jornada, en un partido en el que el Sevilla, ante el Valladolid en Pucela, no se jugaba nada. Aquella entrada de Vicente Engonga supuso un punto y aparte en la carrera del excepcional atacante alcalareño, que no volvería nunca a recuperar su mejor nivel.  

Debido al pésimo final de temporada y después de acometerse la conversión de club a Sociedad Anónima Deportiva en junio del 92, desde la entidad, con Luis Cuervas al frente, se apostó fuerte en lo deportivo haciendo una serie de incorporaciones que desataron la ilusión en el sevillismo, pero que sin embargo a la postre no terminarían de consolidar al equipo arriba como se esperaba.

En el verano del 92, bajo el contagio de optimismo que transmitió la Expo, se apostó fuerte con los fichajes de Bilardo, Maradona y Simeone, pero no se logró el impulso deseado

Para el banquillo se fichó a Carlos Salvador Bilardo, entrenador que venía de ser campeón del Mundo en el 86 y subcampeón en el 90 con Argentina. De su mano llegaron los argentinos Diego Pablo Simeone y Diego Armando Maradona, con los que también arribaron los asturianos Ricardo Bango y Monchu.

Las expectativas que generó el equipo fueron altísimas y el comienzo fue bueno. Tras un final de verano convulso en el que un día parecía posible y otro imposible fichar a Maradona, por fin a finales de septiembre todo cuadró y el Astro fue presentado para debutar inmediatamente después en una plaza de altos vuelos, el viejo San Mamés, donde además la sombra de Goicoechea era más que alargada. Desde el comienzo Manolo Jiménez le cedió el brazalete de capitán al todavía considerado mejor jugador del mundo. 

Especialmente significativo fue el partido del debut de Maradona en casa, ante el Zaragoza, con gol incluido del argentino desde los once metros. El Sevilla derrotó a los maños y para la historia quedó la estampa de Maradona dándole pataditas a una bola de papel albal cuando se dirigía a sacar un córner.

El buen comienzo del Sevilla de Bilardo se truncó en una segunda vuelta en la que el efecto Maradona se desinfló sin remedio

Con diez jornadas disputadas el Sevilla era quinto, a sólo tres puntos del líder, un sorprendente Deportivo que comenzaba a ganarse con creces el calificativo de Súper. En el ecuador del campeonato, ya con la Expo clausurada, el Sevilla continuaba quinto, pero en la segunda vuelta el conjunto de Bilardo se desinfló como también lo hizo el efecto Maradona, principalmente cuando fue multado por viajar para jugar con su selección sin permiso del club antes de un partido en Las Gaunas. Maradona jugaría su último encuentro en junio, penúltima jornada de Liga, ante el Burgos, protagonizando un encontronazo con Bilardo por enfadarse al ser sustituido, tirando el brazalete de capitán al suelo, hecho que a la postre supondría el punto y final a su etapa como sevillista.

El Sevilla, no obstante, llegaría con opciones de clasificarse para Europa hasta la última jornada, pero su victoria en El Molinón sólo acabó sirviendo para ser séptimo, empatado con el sexto, Atlético de Madrid, que sí tuvo premio europeo.

25 años después gran parte del brillo de la ciudad emana desde Nervión, donde el Otro año igual suena de forma muy diferente

El deseado paso adelante, aprovechando el radiante clima de euforia generado por la Expo que contagiaba a cada poro de la ciudad, acabó convirtiéndose en un nuevo chasco que de forma sonora se traducía en aquello de Otro año igual. Los tiempos han cambiado y 25 años después gran parte del brillo de la ciudad más que de La Cartuja emana del Ramón Sánchez-Pizjuán, desde  mayo de 2006 el Pabellón de la Felicidad, donde los sueños se cumplen y la realidad supera a la ficción de forma permanente. El Otro año igual ahora suena de forma muy diferente. ¡Y qué bien suena!