Vuelve al Ramón Sánchez Pizjuán un Sevilla FC-Athletic Club, un clásico de la Liga, el 73º de la historia. En los 72 anteriores, el cuadro vasco sólo ganó 10 y el sevillista 43, con balance goleador de 144 tantos nervionenses por 69 bilbaínos. Con algunas excepciones, es la usual radiografía de estos enfrentamientos ligueros que dibuja el escenario de los norteños mandando en el Bocho y los sureños en Nervión. Pero, con ser esto así, las estadísticas marcan sólo tendencias y la realidad luego puede ser otra bien distinta. Con todo, los de Sampaoli tienen la obligación de ganar en su fortín rojo para apretar LaLiga y los de Valverde rebelarse ante su mala racha de más de cinco meses sin ganar fuera de casa, así como mejorar su poca pegada como foráneo en el vigente torneo. Llegan heridos. Se miden pues jueves dos rebeldías: los locales a mantener su exigente ritmo y los visitantes a cambiar su signo fuera de casa.
En un estadio que debe alzar su voz, se miden dos rebeldías: los sevillistas a mantener el exigente ritmo liguero; los vascos a cambiar el pobre signo de sus visitas
La grada de Nervión tiene primero que aplaudir la nueva victoria en el ‘Gran derbi’ sevillano y después llevar en volandas a su equipo hacia el triunfo, alzando la voz para crear el ambiente que esperan los protagonistas. Ambos conjuntos llegan con bajas importantes. El Sevilla sin cuatro referentes que deberán ser sustituidos con toda la solvencia. Y el Athletic Club, sobre todo, la de su eterno goleador Aduriz, que sigue siendo el máximo artillero vasco con 8 goles, uno de ellos logrado en San Mamés sobre la bocina en el 3-1 final de la derrota sevillista en la ida. El guipuzcoano, junto a Raúl García (5) y Muniain (4), suman más de la mitad de sus goles (17 de 31).