2017 se ha bebido a sorbos, con la intensidad de un whisky doble, el refinado “bouquet” de un vino gran reserva y dejando el poso de un buen café. Un año que empezó y terminó con regusto a triunfo en el paladar pero en el que una derrota precedió al éxtasis. Adaptando la famosa cita de Cecil B. De Mille, lo que comenzó con un terremoto ha ido creciendo en acción hasta el punto que 2018 arrancará en lo deportivo con el primer derbi sevillano en la élite de la historia del fútbol femenino español.
El balance es más que satisfactorio. En números, 30 partidos oficiales ha disputado el Sevilla FC femenino en estos 365 días, con un saldo de 17 victorias, 4 empates y 9 derrotas. 88 han sido los goles marcados y 40 los encajados. Jenni Morilla es responsable de 25 de ellos, seguida de Alicia Fuentes con una decena. Olga Carmona la rozó en el año de su debut, con 9 dianas, aglutinando las tres justo el 50% de la producción anotadora.
Jenni Morilla, Alicia Fuentes y Olga Carmona han hecho la mitad de los 88 goles sevillistas en un 2017 para el recuerdo
11 de esos triunfos llegaron en Segunda División, donde sólo el Granada CF evitó una segunda vuelta liguera sumando siempre de tres en tres puntos. Con la meta del campeonato alcanzada, el siguiente obstáculo era una fase de ascenso en la que lo inhabitual es ceñirse el cinturón y alzar los brazos a la primera.
Sin embargo, las sevillistas fueron unas púgiles de lo más fiable en la distancia que mide a las campeonas. Primero la SD San Ignacio visitó la capital de Andalucía y se llevó cuatro golpes de “crochet” absolutamente demoledores. El combate nulo en terreno vasco sirvió para atemperar los nervios y demostrar que ni con un marcador ventajoso bajarían la guardia.
Una semana más tarde, la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios lucía radiante, con el “Huerto de la Mariana” haciendo las veces de cuadrilátero. De un lado, el CD Femarguín, sempiterno aspirante con hambre y recursos para asaltar la elite. De otro, las nervionenses. Nada más empezar, Olga Carmona asestó un directo que fue a la red y que hizo explotar a la jubilosa afición sevillista. Un espejismo para quien pensara que ese combate definitivo sería cuestión de pegada. Las insulares se revolvieron al borde de la media hora. No obstante, Rocío Delgado se guardó un “gancho” justo después para dejar el envite en una situación favorable (2-1). Dos canteranas que sumaban 33 años entre las dos eran las anotadoras en el primer asalto. Divino tesoro. Pero quedaba la vuelta.
Después de adelantarse por dos veces en el marcador y sufrir una expulsión, el equipo luchó lo indecible para retornar a Primera
Municipal de Arguineguín, con un sol radiante y 90 minutos por delante para dirimir una plaza en la Liga Iberdrola. El tanto de Jenni Morilla ponía de cara el encuentro, pero las grandes historias no se escriben igual si no ha mediado sufrimiento. Igualaron las locales y Alicia Fuentes volvió a colocar en franquía el marcador con un magistral libre directo. Después admitiría que es uno de los goles de su vida. El giro de guion llegaría poco antes del descanso, cuando una expulsión dejaba a las hispalenses con una menos. Se veía en lontananza la élite, pero el tictac del reloj derramaba cada segundo más despacio que el anterior.
Llegó el 2-2 a la hora de partido y desde entonces el goteo fue constante. Era una batalla de resistencia, en inferioridad y con el repliegue como método de supervivencia y la esperanza de asestar un “jab” al contragolpe que atemorizara al rival. Minuto 89, 3-2. Ya no era fútbol, era una contrarreloj por un pasaje tan estrecho que sólo se podía cruzar con éxito o cayendo a la lona. Los calambres aparecían en la búsqueda de impulso. Era la invocación a la casta y el coraje cuando no sólo bastaba con fútbol, una solemne letanía agonística que se extendió durante cinco minutos eternos. Pasaba incluso el 95’ cuando un balón en largo dejó sola a una delantera canaria ante Pamela Tajonar y… envió el esférico por encima del travesaño.
Justo después se decretó el final. El momento de la última carrera, la más dulce, la que impulsa la adrenalina. La que se soñaba en un secreto tácito desde el 1 de agosto de 2016 y que tomó forma hasta discurrir por el llanto incontrolable que brota de las alegrías más profundas. El tiempo quedaba en suspensión y la expedición, encabezada por el presidente José Castro, era una fiesta, como también lo fue el recibimiento en San Pablo. En dos temporadas, Maribel Márquez y Ana Sánchez culminaron su trabajo con el ascenso.