La pequeña final que, según Emery, se disputaba este sábado se la llevó el Sevilla. Y como era de esperar no fue fácil, porque el partido ante el Athletic tuvo de todo. Los vascos vendieron muy cara su piel, bien plantados en el campo y dominando con claridad en los primeros compases. Las primeras ocasiones fueron para ellos, pero el Sevilla, que aguantó el tipo con esa entereza que en casa le hace ser un equipo casi inexpugnable, golpeó por sorpresa con una contra fulgurante que culminó Gameiro en el minuto 24 y a partir de ahí el partido fue otro. Más que nunca fue un triunfo sustentado en esa eficacia que durante gran parte del campeonato le ha faltado al equipo de Nervión.
Los tres puntos obtenidos ante el Atlethic responden a un partido muy trabajado y que al comienzo se puso realmente feo. Antes de que marcara el Sevilla, los vascos tuvieron hasta tres claras, sobre todo Iñaki Lekue, que estrelló un trallazo al larguero. El Sevilla lo pasó mal en los primeros 20 minutos, porque el Athletic le metió mucho ritmo y era difícil aguantar el pulso. Sin embargo, a diferencia de otros encuentros donde ha necesitado mucho para marcar, hizo daño a la primera que tuvo y se creció desde entonces. Contra magnífica en la que Vitolo, que esta noche emergió y tiró del equipo desde todos lados, aprovechó un soberbio servicio en profundidad de Banega y se la dejó a Gameiro en carrera, superando el francés con un hábil zurdazo la salida de Gorka.
Cuando mejor estaba el Athletic, emergió la pegada del Sevilla