Ya era un estadio con pedigrí europeo, pero el Ramón Sánchez-Pizjuán, en pie desde 1957, sigue creciendo no solo en infraestructuras sino también en lo que supone para el planeta futbolístico. Este 2019 que ahora termina, ha supuesto importante impulso para seguir situándose en el mapa, pues el pasado 24 de septiembre se hizo público que será la sede de la gran final de la UEFA Europa League 2021.
Y es que a pesar de que la Bombonera de Nervión ya tiene en su palmarés haber sido sede de un Mundial en 1982 y de una final de la Copa de Europa cuatro años más tarde, el crecimiento de su club en los últimos años le hacía merecedor de un nuevo gran acontecimiento. Así lo sentían los responsables de la entidad, que de la mano de la RFEF impulsaron la candidatura para albergar la final de la UEL de 2019. Al fin y al cabo, ¿qué mejor escenario para este partido que la casa del club que más veces ha ganado la competición?
La candidatura para la final de 2019 fue desestimada en favor de la de Bakú
Sin embargo, los requisitos estructurales y logísticos que exige UEFA son cada vez más exigentes y aquella final, disputada este mismo año, se marchó a Bakú, capital de Azerbaiyán. Lógicamente nadie en el club se alegró de aquella decisión, pero más que un varapalo fue un impulso para seguir trabajando y reunir las condiciones necesarias y volver a ser candidatos más adelante. Y es que, desde 2015, se viene realizando un plan estructural dentro y fuera del Ramón Sánchez-Pizjuán.
Desde entonces se transformaron los asientos del graderío, se procedió al recubrimiento exterior de la fachada con una piel metálica y luces LED, se renovaron los bares interiores y aseos, se instalaron dos nuevos videomarcadores y una iluminación de última generación para el terreno de juego, así como se adaptaron los vestuarios y se reordenó disposición de los asientos la grada baja de Fondo. De hecho, desde el cierre de la pasada campaña está en marcha la renovación integral de los espacios interiores en la grada de Preferencia, que conllevó el traslado de las oficinas del club, casi en su totalidad, a la ciudad deportiva.
Desde 2015 el Sánchez-Pizjuán está viviendo una auténtica metamorfosis
Con ello, se ganarán espacios que irán destinados en su mayoría al servicios de hospitality. Un trabajo que comenzó antes de la concesión de la final y que pronto se unirá a la serie de reformas que siguen y seguirán llevándose a cabo en las próximas fechas. Unas reformas que, unidas a la importancia que ha tomado el club en el seno del organismo continental, han conseguido que UEFA diera luz verde a la concesión de la final durante su Comité Ejecutivo, celebrado en Eslovenia el pasado 24 de septiembre. Un proyecto en el que Sevilla se impuso a Tiflis y en el que la RFEF también puso su granito de arena.
De esta forma, el Sánchez-Pizjuán se une a los dos únicos estadios españoles que han acogido más de una final europea a partido único. El Santiago Bernabéu ha sido sede de la final de la Copa de Europa en cuatro ocasiones, mientras que el Camp Nou ha acogido dos y otras tantas de la Recopa. Les sigue el estadio sevillista con una de Copa de Europa y la futura de Europa League. Con una están el Wanda Metropolitano (Copa de Europa en 2019) y La Cartuja (Europa League en 2003).