Jorge Sampaoli habló en la previa de buscar el partido, de tener intención y a la vez dignidad, partiendo siempre de la premisa de que el pase a cuartos de final era realmente complicado. El Sevilla, por así decirlo, le debía un respeto a la Copa y a su propia afición después de la primera parte del Santiago Bernabéu y en la noche del jueves los jugadores nervionenses honraron el escudo y la camiseta, metiéndole el miedo en el cuerpo durante gran parte del choque y mereciendo un triunfo que sólo se escapó en el descuento, después de que los merengues remontaran un 3-1 en contra, en parte por la señalización de un riguroso penalti.
El valor de lo hecho por el Sevilla radica fundamentalmente en la capacidad que mostró para engancharse a un partido que bien podía haberse tomado como un trámite. Aun sabiendo que la hazaña era improbable, el equipo salió lanzado, jugando prácticamente con tres hombres arriba, pues Iborra se unía a Ben Yedder y Vietto, hasta el punto de que el argentino durante varias fases del juego bajaba a la medular, donde a Kranevitter le tocaba fajarse casi en solitario. La feroz apuesta atacante nervionense encontró premio pronto con un autogol de Danilo en el minuto 10 que envalentonó aún más a los hombres de Jorge Sampaoli.
El tempranero gol disparó a un Sevilla que hasta el descanso tuvo al Madrid contra las cuerdas
El tanto del Sevilla dio paso a una primera mitad trepidante. El Sevilla por momentos creyó que podía acercarse a la heroica y se lanzó en tromba. Hasta cuatro disparos a puerta claros tuvieron los locales, mostrándose especialmente incisivo Ben Yedder, que cada vez que tocaba balón cerca del área armaba la pierna. Sólo las continuas respuestas de Casilla impedían un segundo tanto que los andaluces merecían con creces. El Madrid, no obstante, avisaba a la contra y de hecho el choque llegó al descanso prácticamente roto, ya con Jovetic en el campo por un lesionado Correa.