Toda una vida en sevillista, y no es una frase hecha. Domingo Pérez es el tercer eslabón de una saga que comenzó con su abuelo Manuel Pérez, jugador y luego masajista del equipo, que a su vez dio paso a su padre, el célebre Manolito Pérez, que además era el conserje del Viejo Nervión, donde nació Domingo. Eso sí, a los dos años se mudó con su familia al Ramón Sánchez-Pizjuán, donde hasta hace bien poco permanecía la vivienda de Manolito Pérez y donde Domingo pasó toda su infancia y adolescencia, hasta su matrimonio.
HOMENAJE EN SU CASA DEL SÁNCHEZ-PIZJUÁN A DOMINGO PÉREZ POR SU JUBILACIÓN
Domingo tomó el relevo de su padre y fue el fisio de la primera plantilla durante muchos años, hasta pasar estas últimas temporadas desempeñando esa misma labor en los escalafones inferiores. Ahora, a su jubilación, el club quiso tener un acto de agradecimiento y, aprovechando el gancho de una entrevista para los medios oficiales, fue homenajeado en el antepalco por sorpresa. Allí, además de familiares y amigos, le esperaban el presidente, José Castro, el vicepresidente José María del Nido Carrasco y Monchi, además de jugadores de diferentes épocas y amigos todos, como Enrique Lora, Curro Sanjosé, Paco Gallego, Manolo Cardo, Antonio Álvarez, Manolo Jiménez, Rafa Paz o Antoñito.
Otros intervinieron por vídeo, como Jesús Navas, los fisios de la primera plantilla o Juan Carlos Unzué. Tras un pequeño ágape, llegó el turno de los presentes. Y no un obsequio cualquiera. Junto a una camiseta con su nombre, Domingo recibió la máxima distinción que otorga el club, su insignia de oro, tras toda una vida de entrega al club.
¡Gracias por todo, Domingo!