Descripción

En 1918, debido a las obras de reurbanización que el Ayuntamiento de Sevilla debía realizar en el Prado de San Sebastián con motivo de la futura Exposición Iberoamericana, tanto el club sevillista como el resto de los clubes hispalenses debieron abandonar sus terrenos de juego sitos en aquel lugar.

El Sevilla FC se vio obligado a buscar nuevo emplazamiento, para lo cual se creó una comisión formada por varios miembros de la junta directiva, que visitaron al alcalde de la ciudad con la pretensión de que se cediese al club decano hispalense un terreno de titularidad municipal, resultando infructuosas las gestiones. Tras esto se barajaron distintos lugares, entre ellos unos terrenos en Nervión, justo donde se halla el antiguo Matadero y hoy es Delegación de Educación de la Junta de Andalucía, aunque finalmente se optó por un gran solar en la avenida de la Reina Victoria, actual avenida de La Palmera.

El llamado “campo de Sport del Sevilla FC de la avenida de la Reina Victoria” se inaugura el 21 de octubre de 1918. Se construyó tras el acuerdo obtenido entre el presidente Paco Alba -y la comisión antes comentada- y la marquesa de Esquivel, María del Pilar de Carvajal Hurtado de Mendoza, para arrendar parte de unos terrenos que tenía en la finca llamada Casablanca, situada al pié del paseo de la Palmera. El hijo de la marquesa, que era un gran aficionado al fútbol y muy sevillista, logró convencer a su madre para que el alquiler no resultara demasiado gravoso, fijándose una cantidad anual de 2.000 pesetas. Por segunda vez en su historia el club sevillista construye su estadio con fondos propios. Para la financiación del campo el club pone a la venta 100 obligaciones, al precio de 100 pesetas cada una a devolver en cinco años.

Los costes de la construcción del campo se distribuyeron entre distintas partidas. 1.350 pesetas del vallado (desmontaje de la valla del anterior campo del Mercantil y su posterior montaje en la nueva ubicación) y allanamiento del terreno de juego, obra realizada por Manuel Domínguez. Por otra parte el carpintero José Grosso Barba rodeó el terreno de juego con bancos de madera y construyó una pequeña tribuna de 10 metros de longitud, así como cuatro gradas para colocar sillas al precio de 6,75 pesetas el metro cuadrado.

Por último se realizó una caseta por valor de 3.000 pesetas diseñada y ejecutada por el arquitecto Pablo Gutiérrez.

La caseta sirvió como vestuario y como casa para el guarda del campo, en un primer momento fue ocupada por Eduardo Santizo, padre del jugador del mismo nombre, y posteriormente por Manuel Pérez, El terrible, exjugador del Club y primero de la saga de los Pérez, tan vinculada al Sevilla FC hasta nuestros días. Pero la caseta no solo fue la casa del guarda y vestuario, sino que parte de ella también fue usada como habitáculo para el servicio médico del club, algo novedoso en aquella época y de la que se hizo cargo el doctor Puelles de los Santos. Los vestuarios alojaron por primera vez en la historia de los estadios sevillanos una ducha.

“…El campo ha sufrido este año buenas reformas. Pérez se ha quedado definitivamente de guarda y vivirá en el ambigú nuevo que se ha construido de material, a cuya espalda se ha hecho una habitación para que viva con su mujer e hijos.

La habitación que tenía antes será destinada a enfermería y se instalarán los mismos aparatos de masajes. El médico es D. José Puelles de los Santos. Los jugadores del primer equipo tienen su habitación con 15 perchas para sus equipos y su ducha y lavabo (...) La otra habitación está destinada a la directiva…” (Carta del secretario sevillista Manuel Zapata al jugador Ismael Rubio).

El campo estaba dotado de todos los elementos necesarios para la buena práctica del fútbol. Contaba con gradas en los cuatro lados del recinto, y estaba totalmente cerrado.

La inauguración se realizó con un enfrentamiento entre el Sevilla FC y el Unión Sporting Club de Madrid. La primera temporada se establecieron los siguientes precios para el público: Tribuna: 1ª fila 10 pesetas, 2ª fila 9 pesetas, 3ª fila 8 pesetas, Fila de bancos a 5 pesetas. La cuota de socios pasó de 2 a 3 pesetas mensuales.

En 1924 el presidente Manuel Blasco Garzón realizó otra reforma colocando dos nuevas tribunas laterales con nuevos terraplenes de acceso y consiguiendo un aforo de más de doce mil localidades.

Este estadio alcanzó gran fama, porque en él demostró el Sevilla FC su supremacía en el fútbol andaluz, alcanzando hasta nueve Campeonatos de Andalucía. En él se jugó el primer partido de la Selección Española en Andalucía, celebrado el 16 de diciembre de 1923, ante Portugal, ganando España por 3-0 , produciéndose también el debut internacional de los dos primeros jugadores sevillistas: Spencer y Herminio. El 10 de mayo de 1925 acogió la final del Campeonato de España entre el FC Barcelona y el Arenas de Guecho.

En 1926 expiraba el periodo de arrendamiento logrando alcanzarse una moratoria de dos años más. Durante este tiempo el Sevilla FC tuvo hasta tres frentes abiertos para la consecución de un nuevo campo. Uno de ellos fue en la zona del proyectado barrio de Los Remedios, no llevándose a cabo por la negativa del Comité de la Exposición Iberoamericana de aportar las subvenciones necesarias a la constructora de los Sres. Goizueta. Esto debido a que el citado comité pretendía construir el Stadium -como así fue- en el sector sur de la ciudad. También se negoció la adquisición de unos terrenos que eran propiedad de Genaro Parladé frente al propio campo de la avenida Reina Victoria, no fructificando al no alcanzarse un acuerdo económico. Por último, se estudió el ofrecimiento realizado por el propio Comité de la Exposición para que el Sevilla se hiciese cargo de la explotación del citado Stadium tras la Muestra Iberoamericana. Las conversaciones en este último caso se mantuvieron hasta meses antes de la decisión de trasladarse a Nervión en 1928.

Descripción

A finales del siglo XIX, las relaciones entre el Círculo Mercantil y el Sevilla FC tendrían una importancia capital. Los componentes del Mercantil, con su presidente Montes Sierra a la cabeza, representaron un bastión importante en la corriente regeneracionista que llega como una bocanada de aire fresco desde Europa.

El Sevilla FC comulga plenamente con estos ideales y muchos de sus componentes son socios del Círculo. Edward Johnston, Hugo Maccoll, Isaias White y un largo etcétera, incluyendo a José Luis Gallegos, mantienen unas excelentes relaciones con Montes Sierra, llegando a tener especialmente una gran amistad José Luis Gallegos quien llegó a ser responsable de la Sección de Festejos y Biblioteca del Mercantil. Dicha colaboración daría como resultado el desarrollo del deporte en ambas instituciones y el fomento del mismo entre los habitantes de la ciudad.

La secretaría del Sevilla FC se instala en las dependencias del Mercantil, y una caseta de feria que poseían en el Prado de San Sebastián sirvió como improvisado vestuario del antiguo campo. Sería uno de los socios del propio Círculo Mercantil, el catalán José María Miró Trepats, a la sazón presidente sevillista, quien con gran experiencia en la dirección de clubes deportivos en Cataluña, iniciase las gestiones con el Ayuntamiento para la cesión, tras los correspondientes pagos anuales de tributos y tasas municipales, de los terrenos traseros colindantes a la caseta de feria permanente que el Círculo Mercantil poseía en el Prado de San Sebastián.

Todo esto ocurría en las postrimerías del año 1912, y el 1 de enero de 1913 se consiguió inaugurar el que siempre se recordará como campo sevillista del Mercantil.

En un principio el campo era abierto y la entrada libre. Se preparó una tribuna metálica como prolongación de la caseta de feria y que servía de soporte para la cubierta que daba protección a los socios. Alrededor del campo se instaló una alambrada desmontable sujeta por postes de fundición de la empresa Balbontín.

Para la inauguración se preparó un decorado de guirnaldas y banderitas y desde muy temprano la banda municipal amenizó el evento. El partido inaugural lo disputaron dos equipos del Sevilla FC –el llamado equipo rojo aunque en realidad vistieron con camiseta a rayas rojas y blancas, frente al equipo blanco- terminando el encuentro con empate a un tanto. El presidente Miró Trepats dio un emotivo discurso en la cena posterior a su inauguración del que conviene recordar estas hermosas palabras:

“Vosotros representáis la alegría, la salud, la fuerza y la robustez; en las reuniones que celebramos no se habla de política, en el seno de nuestra sociedad de sport caben por igual el pobre y el rico, hasta nuestra afición es reflejo de nuestra Sociedad de sport, pues en nuestro campo se codean personas de todas las clases sociales y se os debe enaltecer, porque tenéis como norma la disciplina, por ideal la victoria, la fortaleza es nuestra aspiración y la admiración de los demás nuestro premio”.

El campo era en ese momento el único de la ciudad que tenía las medidas reglamentarias y que reunía las condiciones apropiadas para celebrar partidos importantes. Al mismo tiempo se alquilaban las sillas colocadas alrededor del campo dando lugar a los primeros ingresos por taquillas.

El 16 de octubre de 1916, y tras conseguir reunir entre los socios del club una importante suma de dinero, se circunda el campo con una valla de 2.5 m de altura que se pinta de rojo, de ahí su otro apelativo: el campo de las tablas rojas. Las tablas estaban numeradas para facilitar el desmontaje y posterior montaje cuando se precisaba dejar libre los terrenos durante la Feria de Abril. El Campo del Mercantil se mantuvo hasta el verano de 1918, siendo testigo de grandes triunfos sevillistas en la Copa de Sevilla y los campeonatos de Andalucía y de España, así como de los inicios de la que después se llamaría como Escuela Sevillista.

Prado de San Sebastián (Plaza de España). Campo de juego del Sevilla FC.
Descripción

Sobre 1910 y tras varios enclaves junto a las tapias del parque de María Luisa se optó por un nuevo emplazamiento: frente al cuartel de Ingenieros, en parte del terreno de lo que ocuparía posteriormente la Plaza de España.

El club trasladó entonces sus instalaciones deportivas, que consistían en los palos de las porterías y el balón que se guardaba en un quiosco próximo y que también hacía las veces de vestuario.

En una asamblea del Sevilla FC en 1909, bajo la presidencia de José Luis Gallegos, se adoptó, entre otros, el siguiente acuerdo:

“Se acuerda que una comisión visite al Gobernador Civil para rogarle que adopte las medidas que estime pertinentes al objeto de que ni los jugadores ni el público sufran las molestias que les proporcionan una partida de zulús estacionada en las inmediaciones del campo de juego durante la celebración de los partidos…”

El campo no estaba cerrado y el rectángulo de juego era formado por postes de madera y cuerdas.

Huerto de la Mariana. Campo de juego del Sevilla FC.
Descripción

Entre los jardines de San Telmo y la Venta de Eritaña, donde se realizaba anualmente la Exposición de Ganados Selectos, se situaba el terreno conocido como el Huerto de la Mariana en el lugar que hoy ocupa la plaza de América.

En el otoño de 1905, la directiva del Sevilla FC solicitó estos terrenos al Ayuntamiento para la práctica de las actividades deportivas de la Sociedad.

Se cuenta que el campo no era malo, pero tenía el inconveniente que dentro del terreno de juego había un árbol de grandes dimensiones que algunas veces entorpecía el juego, pero que en otras servía para realizar estupendas paredes entre los jugadores.

El Sevilla FC jugó en este campo hasta el otoño de 1908, cuando los terrenos fueron ocupados por el Real Tennis Club, trasladándose el football hacia otros espacios más cercanos al Prado de San Sebastián.

Descripción

Sobre 1900 el Sevilla FC traslada su terreno de juego al llamado campo de La Trinidad.

Estaba situado en el barrio de la Santisima Trinidad, en la Avenida de Miraflores junto a la antigua fábrica de vidrios de La Trinidad, en la conocida como Huerta San Francisco junto a la Laguna de los Patos. El propietario de la citada fábrica era Luis Rodríguez Caso y el encargado de la misma su cuñado Rafael Giménez de Aragónguada, que formaría posteriormente parte del grupo de sevillistas que registraron el Club el 14 de octubre de 1905.

El campo se situaba en un descampado dentro de un gran corralón perteneciente a la mencionada fábrica, de deformes proporciones, y que se arreglaba generalmente los fines de semana con la ayuda de varios muchachos que retiraban las piedras para evitar daños en caso de que los jugadores se cayesen. Las porterías eran de quita y pon, formadas por postes de madera en bruto donde no existían los largueros de madera, ya que estos eran sustituidos por una cuerda, con lo cual las porterías se podían alterar a gusto de los jugadores principalmente en lo referente a la altura.

Tras el paso por La Trinidad se tiene constancia de la disputa, durante un breve espacio de tiempo en 1904, de algunos encuentros en terrenos del Cortijo de Pineda, junto al campo de prácticas de Ingenieros a orillas del río Guadaíra.

Descripción

Los terrenos del campo de Tablada se conocen con tal nombre desde al menos el siglo XV, y desde mucho antes fueron centro neurálgico de operaciones bélicas en la conquista de la ciudad. En sus terrenos, en 1247, Fernando III levantó el campamento desde el que sitió a la ciudad, y el almirante Bonifaz atracó la armada en sus orillas. Los llamados alardes fueron constantes desde el siglo XV como así lo reflejó la prensa del siglo XIX. La inmensa llanura de Tablada, situada al sur de Sevilla, era propiedad del Ayuntamiento siendo el lugar donde pastaban los ganados destinados al abastecimiento de carne de los mercados de la ciudad, pero también donde lo hacían las reses que se toreaban en las fiestas y a donde podían llevar libremente las caballerías y otros ganados los habitantes de la ciudad. Era una zona de uso común, una grandiosa dehesa regada por el Guadalquivir.

En la segunda mitad el siglo XIX su uso se fue expandiendo proliferando otro tipo de actividades. La Sociedad de Carreras de Caballos de Sevilla construyó un hipódromo y se instaló un campo de Tiro de Pichón. El hipódromo estaba ubicado a la orilla del Guadalquivir, en su margen izquierda en aquella época, en el llamado cauce de los Gordales.

Lugar multiusos donde los hubiera, Tablada se convirtió en pieza fundamental para el recreo de los sevillanos incluyéndose un sinfín de actividades lúdico-deportivas en sus terrenos.

Tras la constitución del Sevilla FC el 25 de enero de 1890, las instalaciones del hipódromo de Tablada se convirtieron en su primer campo de juego, teniendo el honor de acoger el 8 de marzo de 1890 la primera partida de football entre dos sociedades distintas y bajo las reglas de la Football Association.

Escudo Oficial del Sevilla FC
Descripción

El escudo actual, con ligeras variaciones, está basado en el que fue diseñado por Pablo Rodríguez y estrenado el 16 de octubre de 1921. Tiene forma de escudo suizo, con los colores que son del club y de la ciudad.

Sobre su forma el autor dijo que “creía oportuno estilizarlo, dándole una forma más heráldica.” Optó por la forma de “escudo suizo”, introduciendo los colores que son del club y la ciudad y la representación de los santos patronos del escudo municipal; junto a las siglas del que había sido hasta entonces el escudo del club.

En el diseño original del escudo eran de color rojo, y así fue como lucieron durante muchos años, desde su creación en 1921, hasta que Santiago del Campo, autor del mosaico de situado en la fachada de preferencia del Ramón Sánchez-Pizjiuán, por iniciativa propia lo modificó, según sus propias declaraciones “para mejorar aún más si cabe la artística visión del conjunto.”

Si en 1921 se produjo una transformación, en 1982 se produjo otra, accidental, pero a día de hoy asumida. Las letras en negro se han hecho símbolo del club, y ahora no se reconocería de otra forma el escudo del club.

De tal forma quedó fijado en los Estatutos Sociales del club, en su artículo 38:

lo decide la Junta General, este será el blasonado, la redacción de la definición de nuestro escudo, El apartado del escudo quedaría de la siguiente forma:

“El escudo está basado en el que fue diseñado en 1921 con sus contenidos inspirados en el escudo de Sevilla, del que toma sus santos Fernando, Isidoro y Leandro; en el anagrama del escudo del club de principios del siglo XX; y en los colores blanco y rojo, que siempre fueron del club y de la ciudad. Desde el punto de vista heráldico, es un escudo suizo, medio partido y cortado. Primero, de plata, los santos patronos, sentados, al modo del escudo de la ciudad. Segundo, de plata, las letras “S”, “F” y “C” de sable entrelazadas. Tercero, de plata, cinco palos de gules. Comble general angrelado de dos piezas de gules, una por cada cuartel. En abismo, sobre el todo, un balón de fútbol antiguo al natural.”

El emblema del Sevilla FC SFC
Descripción

El escudo redondo con las siglas “S”, “F” y “C” fue el utilizado desde principios de siglo hasta 1921.

El primer escudo del que tenemos constancia utilizado por el Sevilla Fútbol Club fue realizado por Juan Lafita a requerimiento de su hermano José, no pudiendo precisarse la fecha de su estreno, pero con toda probabilidad, posterior a 1905. Su forma y colores nos los describía el propio autor: “Era redondo: un círculo especie de balón, en cuyo centro aparece entrelazado en rojo el anagrama del Sevilla C. F.”

En la actualidad queda recogido como “emblema” en el artículo 38 de los Estatutos Sociales.

“El emblema, fiel a nuestra historia nos viene representando desde el principio, será un círculo blanco perfilado de rojo, cargado de las letras “S”, “F” y “C” entrelazadas del mismo color rojo.”

MANOLO CARDO, I Banquillo de Oro Ramón Encinas
Biografía

Manuel Cardo Romero (Coria del Río, Sevilla, 16-abril-1940) es historia viva del Sevilla FC y merecedor de poseer el primer Banquillo de Oro Ramón Encinas de la entidad en justo tributo a los servicios prestados como entrenador del primer equipo del club nervionense, al que impulsó desde la persistente mediocridad hasta la pujanza deportiva, participando dos años seguidos en la Copa de la UEFA, con un juego vistoso y atractivo que hizo disfrutar al sevillismo. El galardón que lleva el nombre del técnico gallego que logró con el Sevilla FC su única Liga 45/46 -además de la Copa de 1935- marcando una época gloriosa del club, no podía llegar a otras manos que las de Manolo Cardo. Un adelantado a su tiempo que firmó otra emblemática etapa dirigiendo al equipo entre diciembre de 1981 y junio de 1986. Le dio su sitio a la fructífera cantera sevillista, hizo debutar a jugadores que fueron después internacionales y atesora algo que no pueden decir muchos: gozaba y sufría al mismo tiempo de su pasión sevillista, con toda la honestidad y la sapiencia futbolísticas.

Manolo Cardo dirigió al equipo de Nervión durante cinco campañas, en las que obtuvo dos clasificaciones consecutivas a Europa y logró distinguir e impulsar al equipo, basado sólo en la cantera y sin apenas refuerzos, con noches memorables como la del PAOK de Salónica (4-0). Su tarjeta de visita -supliendo a Miguel Muñoz en un Sevilla en los fondos de Primera división- no fue otra que firmar en La Romareda un recordado 1-4, con cuatro goles de Pintinho y el debut estelar y genial de un canterano llamado Francisco. El coriano de oro tiene también en su haber el gran mérito de confiar en muchos futbolistas de la casa, entre ellos, el citado Francisco, Rafa Paz, Ramón Vázquez o Manolo Jiménez, internacionales con la Roja.

Números históricos en el banquillo

Entrenador ya inolvidable para el sevillismo se trajo innovación t aire fresco, dando ilusión a la cantera y fulminando de un plumazo la mediocridad del Sevilla. Agarró por sorpresa al equipo a comienzos de los ochenta, tras la repentina destitución de Miguel Muñoz. Y con esa raza genuina de entrenador de la casa que miró siempre a los escalafones inferiores, llevó al equipo a Europa, con un estilo de juego con el que se identificó plenamente la afición. Entre los innegables méritos de Cardo está ser el entrenador que más encuentros ha dirigido al Sevilla FC en Primera División, (156), seguido de Joaquín Caparrós (152) y el laureado Unai Emery (123). El coriano en sus 200 partidos, 2º en el escalafón tras el utrerano (226), sumando citas en la Copa de la Liga, Copa del Rey y la citada UEFA, y superando a Emery (187) y el propio Encinas (179). Hay quien señala con ajustada opinión que si el coriano de oro hubiese tenido en sus manos un plantel de una mayor calidad y talento hubiera tocado plata. Lo demuestra el hecho del gran rendimiento que le sacó a sus diferentes plantillas, pese a ser muchos de ellos productos de la cantera.

Un legado que permanece

Ese gran legado del coriano de oro se refleja en el recuerdo de antiguos jugadores sevillistas que estuvieron a las órdenes de Cardo. Francisco López Alfaro destacaba que el coriano: “Tenía la virtud de hacer llegar lo que quería a los futbolistas”, Pablo Blanco comentó que: “Realizó una labor magnifica en una época muy difícil”. Curro San José resaltó que Cardo fue “un entrenador de la casa” y Ramón Vázquez subrayó que Manolo “marcó un hito en la historia del Sevilla FC”. Todos ellos y muchos otros, conocedores de las virtudes de Cardo, son la memoria perenne de lo que significó en la historia sevillista, un primer e ilusionante guiño de lo que ha venido después. Por ello, Manolo Cardo recibió en un emotivo acto el 6 de junio de 2013 el I Banquillo de Oro Ramón Encinas, acto presidido por José María del Nido, junto a autoridades sevillanas y gallegas y muchos de los que fueron sus pupilos en la entidad sevillista.

Dorsales de Leyenda
Temporada
2009
Biografía

El Dorsal de Leyenda es la distinción máxima que el Sevilla FC otorga a sus ex jugadores. Desde su instauración en junio de 2009 bajo la presidencia de José María del Nido, han sido trece los jugadores, todos ellos inolvidables, distinguidos: Juan Arza, José María Busto, Marcelo Campanal, Ignacio Achucarro, Antonio Valero, Paco Gallego, Enrique Lora, Curro Sanjosé,  Antonio Álvarez, Enrique Montero, Pablo Blanco, Juan Carlos Unzué y Francisco López Alfaro.

Con esta distinción el Sevilla FC pretende dar realce al pasado glorioso de los homenajeados y reconocer en vida los méritos y la carrera deportiva de aquellos que con su compromiso y entrega dieron grandeza al club.