No fue el partido más radiante ni el más contundente, pero fue lo que últimamente son los derbis para el Sevilla FC, un trago de alegría, un subidón de moral y un notable impulso para lo que viene, justo en el momento más indicado. Al Sevilla le costó entrar en materia, incluso hubo momentos en los que perdió la iniciativa, pero supo jugar el partido, lo maduró y le echó paciencia, para acabar imponiéndose por la encomiable tenacidad que puso en el terreno de juego, sobre todo en la segunda parte. De tanto golpear, el Sevilla acabó tirando la muralla con una contra que culminó Gameiro. Y a partir de ahí a disfrutar, con el Sevilla mandando y gustando, y con Coke, recién salido del banquillo, sentenciando con un disparo formidable desde la frontal.
El partido exigió paciencia para desarmar a un Betis que inquitó poco
Eso fue en síntesis, lo que ocurrió en un encuentro que se presentaba mucho más difícil de lo que al final fue. Pese a los antecedentes de los tres derbis disputados y la clara diferencia en la tabla, la cautela en las filas del Sevilla era de sentido común, teniendo en cuenta la mala racha que arrastraba el equipo de Nervión y que en cuatro días espera una semifinal europea. El Betis, con la permanencia en el bolsillo, venía con todo, jugadores y confianza. Al Sevilla lo segundo le faltaba, porque la confianza la dan los resultados que precisamente no llegaban. En esa adversa circunstancia arrancaba un partido que en la primera parte tuvo muy poco de fútbol. Todo ocurrió, en los primeros cuarenta y cinco minutos, de forma enrevesada, con muchas acciones interrumpidas e incluso un buen arranque del Betis, que se mostraba, pero que sin embargo no terminaba de lanzarse a por el partido.