El fútbol. Sólo el fútbol puede explicar lo que se ha visto esta noche en un Ramón Sánchez-Pizjuán hasta la bandera. Pese a lo positivo del marcador de la ida, nadie daba por hecho el pase a semifinales. Tampoco Montella, que habló de tomarse la vuelta como si de un único partido se tratase. Dicho y hecho, con un gol de Escudero a los 25 segundos que ponía las cosas aún más de cara. Y eso que Griezmann le puso más picante aún, pero en una segunda parte magistral, Banega de penalti y Sarabia a la contra le dieron la puntilla a un partidazo que mete al equipo entre los cuatro mejores de esta competición.
No hace mucho había tocado empezar encajando en la primera jugada y el Sevilla se quitó al menos esa espina ante el Atlético. Saque colchonero, acción rápida por la derecha que acaba en centro de Sarabia y remate inapelable de Escudero, que por fin encontraba las redes para hacer enloquecer Nervión. Imposible avisar de mejor forma a los de Simeone, en un inicio de encuentro que dejó ver a un Sevilla pujante y un rival que, como suele ser habitual, prefería tomárselo con paciencia. Sin embargo, esa templanza no está reñida con la calidad de sus jugadores y el empate no tardó en llegar en otra acción de muchos kilates.
Locura en las gradas con el golazo de Escudero para culminar la primera jugada del partido
Tras ver a Sergio Rico un paso por delante de la línea de gol, Antoine Griezmann la mandó dentro desde fuera del área, al dibujar con su pierna derecha una parábola imposible para el meta de Montequinto. No se había llegado ni al cuarto de hora y ese intercambio de golpes dio paso al partido que todos esperaban, con brega y lucha por cada centímetro y cada balón. Es cierto que Griezmann avisó de nuevo en un par de ocasiones, pero el Sevilla estaba bien plantado atrás y elegía salidas puntuales pero con mucho peligro. La más clara la tuvo Vázquez en el minuto 37, con un cabezazo desde el punto de penalti a centro de Navas que salió fuera por muy poco.