La prestigiosa Liga de Campeones -la fiesta máxima del fútbol mundial- la volverá a vivir todo el sevillismo este martes de otoño en el Ramón Sánchez-Pizjuán, templo nervionense y ‘teatro de los sueños’ propios ofreciendo el mejor escenario para disfrutar de la liturgia futbolística por excelencia. Para vivir la Champions hay que venir a Nervión. Saber saborear la magia de las noches históricas y ponerlo todo para ganar de nuevo a uno de los rivales emblemáticos del balompié europeo: la Vecchia Signora, la Juventud de Turín. Un equipo al que ya se le ganó en diciembre de 2015 (1-0, gol de Llorente), como paso previo al título de pentacampeón de la UEL. Es la 4ª cita en un año, una victoria para cada equipo y el empate en septiembre sin goles que los de Sampaoli firmaron en Turín, preludio de la tacada de tres victorias seguidas frente Lyon en casa (1-0) y el doble triunfo -ineludible para el reto- ante los croatas del Dinamo Zagreb (0-1 y 4-0) que lo mantienen líder en solitario del Grupo H con 10 puntos.
Creer en la victoria con el impulso del sevillismo que de nuevo tiene mucho que decir en una noche exclusiva
Valorar el camino emprendido por el Sevilla FC -tras muchos años de penurias- y haber entrado en la gloria, en la dinámica de títulos y partidos de prestigio, codeándose con lo más selecto del fútbol europeo, no es óbice para dormirse en los laureles. Todo lo contrario. El sevillismo tiene mucho que decir. Citas como la de este martes ante la Juve, además de disfrutarlas, deben ser el acicate añadido de exigencia para afrontar la misma. Hay que creer en la victoria, paso inicial para agarrar el liderato del grupo, sin tener que jugarse el pase en el último compromiso ante el Olympique de Lyon. El premio -de momento- sería seguir en la élite del continente y lograr billete para los octavos de final de la Liga de Campeones.