La experiencia es un grado. El Sevilla debe aprestarse a vivir una nueva jornada histórica en Nervión apelando a la magia y la comunión con la grada. El sevillismo sabe cómo afrontar estos retos -¿cuántos ya?- por si a alguien se le olvida. El RC Celta de Berizzo llega crecido -y con razón- por una primera vuelta liguera admirable y una impecable Copa del Rey, con un empate y cinco victorias, la última dando un aldabonazo en el Calderón de forma resolutiva (2-3). Pero el Sevilla de Unai Emery debe ser el de los días grandes. Ha encontrado de nuevo el camino que le llevó a los éxitos recientes y presenta unos números coperos inigualables: seis victorias, sin encajar un gol. Es la cita perfecta como antesala de una final que requiere de la mejor versión posible. Y qué mejor versión que ponerse el traje de campeón, que tan bien le sienta al equipo nervionense, y dar el primer paso firme, con el máximo respeto a un rival en forma.
El sevillismo sabe cómo crear la magia de los días grandes y sacar a los suyos el ADN ganador
Semifinal de altura. La clave de este ilusionante encuentro en la cumbre competitiva es sacar el ADN de los días grandes, seguir invicto en la Copa, evocando noches como ante la Juve, que perdió y se fue sin anotar. Aunque hay otros ejemplos para motivarse. La Copa son goles y fútbol de ataque, pero también es solidez y carácter. Tanto célticos como sevillistas han firmado pases a esta semifinal con pleno de victorias a domicilio. Mientras el cuadro celeste hizo tres goles en Almería (1-3), en Cádiz (0-3) y, sobre todo, en la fortaleza atlética (2-3), el conjunto local resolvió tanto fuera como dentro con tanteos claros ante Logroñés (5-0), Betis (6-0) y Mirandés (5-0): 16 a favor y cero en contra, por 12 goles gallegos y tres en contra.
Ambos equipos buscan otra final de Copa, 15 y 6 años después respectivamente