El partido ante el Molde era a priori un trámite para pasar a octavos de final y como tal se resolvió, el pase, que no el encuentro, cuyo desarrollo no tuvo el desenlace que cabría esperar, sobre todo por las ocasiones que tuvo el Sevilla. El campeón cayó en el Aker Stadion víctima de una noche errante en la pegada y de una concesión fatal en defensa que los noruegos aprovecharon justo antes del descanso, para incluso dejar abierta la eliminatoria en la segunda mitad. Sin embargo, más allá de su encomiable voluntad, incluso con todo el segundo acto por delante para buscar la épica, el Molde ofreció poco, inocuo para poner de verdad en peligro los octavos.
Lo cierto es que el Sevilla comenzó bien, presionando arriba y poniéndole ganas. No hubo salida en arrebato del Molde, nada de eso. Los noruegos jugaban con mucha discreción, demasiada, recurriendo al balón aéreo como único recurso, donde David Soria respondía impecable. Las ocasiones eran del Sevilla. Llorente la tuvo con un remate de mérito que se fue por muy poco, Fazio también estuvo cerca, pero sobre todo Konoplyanka, que erró a la hora de rematar cuando lo tenía todo a favor dentro del área, y Banega, con un lejano latigazo soberbio que se estrelló en el larguero, acariciaron el primero.
El Molde aprovechó la única que tuvo antes del descanso, después de que el Sevilla marrara varias ocasiones claras