Era muy complicado pensar incluso en la épica esta noche en el BVB Stadion, pero el Sevilla lo dio todo y se quedó a un solo tanto de pelear la prórroga ante el poderoso Borussia Dortmund. El casi imposible de parar Haaland firmó un doblete con las dos que tuvo, aunque Bono le paró un penalti que hubo que repetir y a punto estuvo de atajarle el segundo. Con todo en contra, el Sevilla se fue arriba y el Dortmund se echó atrás, permitiendo que En-Nesyri igualase al noruego con dos goles, uno de ellos igualmente desde el punto fatídico. Por desgracia, el otro llegó ya a unos segundos del sexto e insuficiente minuto de alargue, sin que quedase tiempo material para completar la hazaña.
Con una eliminatoria tan en contra, lo que era innegociable era salir a por todas desde el inicio y así lo hizo el Sevilla, que literalmente embotelló al Dortmund prácticamente en su área en los primeros minutos. Apenas tres minutos tardó Ocampos en probar a Hitz, que se vio obligado a sacar una mano providencial tras un tiro lejano del argentino. Los de Lopetegui merodeaban y colgaban balones al área, mientras Haaland permanecía bien vigilado y sin apenas entrar en acción. Pasado el cuarto de hora y tras varios minutos sin dejar a los teutones pasar la línea medular, Ocampos volvió a percutir por la izquierda y cedió a Suso en la frontal, pero el lanzamiento del gaditano salió lamiendo el poste.
El Sevilla metió en su área al Dortmund en el arranque, pero Haaland aprovechó la primera que tuvo
El partido pasó por momentos de algo más de control de los de Terzic, que intentaban presionar la salida de balón sevillista sin descuidar ni un ápice la zaga. Al Sevilla se le echaba en falta algo más de concreción en sus llegadas para sentirse plenamente dentro de la eliminatoria, pero el único error de todo el primer tiempo iba a tener la mayor pena posible. Inicio de juego sevillista en la banda derecha, presión amarilla y rápido robo de balón, que permite centrar a Reus y rematar demasiado solo al temido Haaland. Media ocasión bastaba a los locales para obtener ese premio por el que tanta piedra estaban luchando los nervionenses. Pese a todo no perdieron la fe y siguieron empujando hasta el descanso, aunque seguía haciendo falta esa vuelta de tuerca más en los metros finales.